Miss Universidad de Garissa, Mary Muchiri, posa coqueta desde una foto congelada en Twitter sobre un epitafio virtual, "147 not just a number" ("147 no es solo un número"), que comparte en las redes sociales con las otras víctimas de la matanza de Al Shabab en Kenia.
Familiares, amigos y personalidades les rinden homenaje así en internet, lanzando un grito que también pretende rescatar del olvido a los 142 estudiantes y seis soldados asesinados el pasado jueves por los radicales somalíes, según datos oficiales (uno más de los que se conocían cuando se creo este "hashtag" o etiqueta).
"Los nombraremos uno a uno", advierte la activista Ory Okolloh, autora de la etiqueta "147 not just a number", con la que quiso llamar la atención dentro y fuera del país africano.
Internautas de todo el mundo han criticado la escasa movilización internacional ante el ataque contra esta universidad -en el que todas las víctimas han sido kenianas- respecto a otros como el perpetrado contra la revista francesa Charlie Hedbo o incluso el asalto al centro comercial Westgate de Nairobi, donde también murieron numerosos extranjeros.
Pero más allá de la llamada de atención a la opinión pública internacional, los kenianos reclaman un cambio en un país demasiado acostumbrado a las matanzas y al miedo.
"El silencio no seguirá siendo nuestro lenguaje nacional", espeta Okolloh, una de las 100 personas más influyentes según la revista Time en 2014.
El célebre escritor Binyavanga Wainaina, que figuraba en esa misma lista, también dirige suscríticas al Gobierno y sociedad kenianas, que según asegura en una declaración publicada en su perfil de Facebook "debe recordar" a todas sus víctimas.
"No somos una nación si no podemos recordar a todos los ciudadanos que perdemos (...) El olvido no es bueno", sentencia.
También bajo la etiqueta "They have names" ("Tienen nombres"), los kenianos han colgado fotos de sus amigos, hijos y hermanos, jóvenes que posan casi siempre alegres sin sospechar que Al Shabab les arrebataría su futuro.
Yvonne Makori -"amiga, hermana, hija y la única esperanza de la familia"- parecía feliz cuando la fotografiaron, y Beth Kamunge sonríe pero más comedida, desde una instantánea en blanco y negro.
"Janet Akinyi escribió a su novio antes de morir en el ataque a la Universidad de Garissa", cuenta un usuario.
Aunque más de 60 cadáveres ya han sido identificados, decenas de familias hacen cola este lunes en el tanatorio de Chiromo, donde durante esta jornada se espera identificar a los cerca de 80 cuerpos restantes, tarea que complica el mal estado de algunos de los cadáveres, relatan medios locales.
Pese a que el de Garissa ya es el peor atentado de Al Shabab en Kenia, algunos echan de menos una repuesta del Gobierno similar a la de otro ataque reciente: el asalto al Westgate en septiembre de 2013, donde murieron al menos 67 personas.
"Para el Westgate hubo una orden ministerial que ordenó a hospitales y tanatorios asistir a las familias. ¿Y en el ataque a Garissa?", denuncia el famoso activista Boniface Mwangi.
Desde su atalaya virtual, el bloguero llama a las autoridades kenianas a proveer de comida y bebida a las familias que han llegado desde muchos puntos del país para identificar a sus hijos.
Mwangi, responsable de la mayoría de las manifestaciones que se organizan contra la corrupción y la violencia en Kenia, también pone en duda que la cifra oficial de 148 muertos sea real, y la eleva por encima de los 200.
Para luchar contra la opacidad, se ha puesto en marcha una iniciativa en la red titulada: "No olvidados", que pretende reunir datos sobre los muertos en Garissa y otras tragedias terroristas recientes.
Quizás sean los propios kenianos quienes hagan realidad el deseo del escritor Wainaina: "Quiero ir a un lugar. Un trozo de tierra, también un lugar virtual, donde podamos encontrar todos los nombres de quienes han muerto por Kenia desde 1963 (...) Quiero conocer la vida de los que ya no son visibles, pero cuya sangre importaba".
EFE