La llegada de Yannis Varoufakis al vestíbulo de la sede del Fondo Monetario Internacional (FMI), con su habitual atuendo desenfadado, se adivinaba este sábado porque una nube de flashes perseguía al ministro griego como si fuera una estrella de rock, frente a cualquier otro ministro o gobernador que aguardaba a la foto de familia del G-20. Grecia ha vuelto a ser protagonista en esta reunión de primavera del Fondo, desde que el nuevo Gobierno de Syriza comenzó las negociaciones con sus acreedores, lo único que ha pasado es el tiempo, y eso es malo.
El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, reclamó al Ejecutivo heleno “mucho más trabajo y urgente” para presentar un programa de reformas que convenza a los acreedores del país (ese grupo antes conocido como troika que forman BCE, FMI y Comisión Europea), desbloquee el segundo rescate y evite la quiebra y salida del euro de Grecia.
El miedo a un desenlace negativo ya castigó a los mercados el viernesy el tono de los involucrados se ha hecho más apremiante. “Todos queremos que Grecia lo consiga, pero la respuesta en manos del Gobierno griego”, resaltó Draghi.
No hay información y concreta sobre cuándo las arcas públicas helenas se agotarán, aunque se habla del horizonte de verano.
El Fondo, por su parte, ha dejado claro a Grecia que no intente un acuerdo de demora de los créditos que vencen. El miedo se extiende fuera de la zona euro. El ministro de economía de Reino Unido, George Osborne, advirtió de que “la situación den Grecia es ahora mismo la más preocupante para la economía mundial”, agregó que “un tropiezo podría fácilmente devolver la situación a donde estábamos hace dos o tres años”. También el secretario del Tesoro de EE UU, Jack Lew, se sumó a la presión y urgió a Grecia a presentar un “plan detallado” de reformas. “No hay tiempo que perder”, dijo.
El ministro de Economía español, Luis de Guindos, también apuntó en Washington que el factor tempo “es especialmente relevante” en la crisis griega. Guindos explicó que España está hoy mejor preparada para afrontar una fractura del euro. Aun así, nadie quiere probar las resistencias antes ese acontecimiento. “La salida de Grecia del euro no está sobre la mesa, todos debemos trabajar para ello, pero el Gobierno heleno más”.EL PAIS