El activista a favor de los derechos humanos Ji Seong-ho, quien escapó de Corea del Norte en 2006, defendió este martes la importancia de que la gente que vive en el país pueda tener acceso a lo que sucede en el mundo y pidió ayuda para poner fin al hermetismo y llevar las libertades al país.
"Es muy importante hablar al mundo de lo que pasa en Corea del Norte, pero es aún más importante hablarle a los norcoreanos del mundo de fuera", aseguró Ji, durante su intervención en el "Oslo Freedom Forum".
"Una Corea del Norte es posible con vuestra ayuda. Por favor, ayudadme, uníos a mi lucha por una Corea del Norte libre", rogó al público presente en esta cita, que desde el lunes y hasta el miércoles reúne a cientos de defensores de los derechos humanos, opositores e intelectuales en la capital noruega.
Ji relató cómo en 2006 logró escapar de lo que es a menudo considerado uno de los países más herméticos del mundo atravesando el río Tumen a nado junto a su hermano.
El ahora defensor de los derechos humanos explicó que durante las hambrunas que afectaron a Corea del Norte en los noventa, vendía carbón robado a cambio de comida y que un día en 1996, cuando contaba con trece años, la debilidad le hizo perder la consciencia y caer a unas vías ferroviarias, donde fue arrollado por un tren.
"Es difícil describir el dolor y el miedo que sentí cuando desperté", confesó Ji, quien detalló el estado en que se encontraba su pierna izquierda, tan solo unida al resto del cuerpo por el hueso y un tendón, y describió la sangre que también manaba desde su mano izquierda.
El fugitivo, que perdió ambos miembros, explicó que fue trasladado a un centro médico, donde "no había analgésicos, ni transfusión sanguínea", ni tampoco anestesia.
"Recuerdo el sonido de la sierra mientras cortaba el hueso, aún siento el dolor, mientras la sangre salía", dijo Ji, quien hizo su discurso en coreano y contagió sus lágrimas a su intérprete al inglés y a buena parte del público.
Ji aseguró que tras la intervención fue enviado a su casa sin medicinas y contó que por las noches gritaba de dolor y "pedía morir", afectado también por el sentimiento de "culpabilidad por comer la comida de mis jóvenes parientes, donde todo el mundo tiene hambre, salvo los oficiales".
El desertor afirmó recordar, en concreto, el sabor de los tallarines que su hermano recogía de la basura para alimentarle mientras ellos comían hierbas y setas salvajes, y mostró su agradecimiento.
Aseguró también que medio año después del accidente comenzó a remitir el dolor, pero entonces supo "que no había futuro" para él en Corea de Norte, por lo que pensó en matarse.
Antes de huir definitivamente del país, Ji cruzó anteriormente a China, donde le impresionó ver que "un perro chino estaba mejor alimentado que las familias".
Al regresar a Corea del Norte, Ji fue arrestado y sufrió maltrato por parte los guardias. "Un tullido como tú avergüenza a nuestra nación", le dijeron según relató.
Finalmente, Ji con la ayuda de unas aparatosas muletas de madera y en compañía de su hermano, se aventuró a cruzar en 2006 a China a través del citado río, tras lo que se asentó en Corea del Sur.
EFE