Unos 3.700 inmigrantes procedentes de diferentes países africanos han abandonado Sudáfrica por la ola de ataques xenófobos que vivió esa nación el mes pasado, anunció hoy el ministro del Interior, Malusi Gigaba.
La violencia contra extranjeros se desató a finales de marzo en zonas deprimidas de población negra de la ciudad oriental de Durban y se extendió poco después a Johannesburgo.
Miles de inmigrantes tuvieron que abandonar sus hogares tras ser agredidos y ver sus casas y negocios saqueados, en un estallido xenófobo que se cobró la vida de al menos siete personas.
"Creo que regresarán" a Sudáfrica, dijo hoy el ministro Gigaba sobre quienes han vuelto a sus países de origen en una rueda de prensa celebrada en la sede del Parlamento en Ciudad del Cabo, informó la Agencia Africana de Noticias (ANA).
Gigaba agregó que el Gobierno ha registrado a todos inmigrantes que han abandonado el país, para deportar a quienes intenten volver a suelo sudafricano sin los documentos legales requeridos.
Países como Zimbabue, Malaui o Mozambique han repatriado en las últimas semanas a cientos de ciudadanos víctimas de los ataques xenófobos.
Más de 300 personas fueron detenidas durante los desórdenes por su participación en incidentes relacionados con la violencia contra extranjeros.
La Policía y el Ejército llevaron a finales de abril redadas masivas contra los focos del estallido xenófobo en Johannesburgo, que se han extendido posteriormente a otras zonas consideradas como centros de delincuencia en todo el país.
Otro de los objetivos de estas batidas han sido comunidades donde viven gran número de inmigrantes africanos.
La misión conjunta de la Policía y el Ejército se ha saldado hasta el momento con cerca de mil detenidos, más de 700 de los cuales son inmigrantes ilegales de países africanos que esperan ser deportados en un centro de detención de indocumentados.
Sudáfrica es uno de los países del continente africano que acoge a mayor número de refugiados e inmigrantes.
La violencia xenófoba es un fenómeno recurrente en este país, donde se acusa a estos extranjeros de quitar el trabajo y las oportunidades económicas a los sudafricanos que viven en las zonas más pobres.