Bruselas quiere pelear ante Alemania, que lleva meses lanzando cargas de profundidad contra el papel de la Comisión Europea en la vigilancia presupuestaria y torpedeando los pasos necesarios para completar la unión bancaria. El equipo de Jean-Claude Junckerpresentó este miércoles una primera —y aún bastante limitada— batería de medidas para reforzar el euro: un consejo asesor fiscal para apuntalar su independencia en esa área —con su credibilidadmuy tocada tras los últimos episodios con España e Italia— y un esquema de garantía de depósitos común para final de año, al que se opone Berlín con fiereza.
Vuelven los grandes debates sobre el euro, que ha protagonizado una tenaz historia de supervivencia —pero no de éxito—, camino de una década en crisis y convertido, según sus críticos, en una especie de camisa de fuerza. La eurozona está aún lejos de los eurobonos, de un Tesoro o de disponer de un presupuesto que permita impulsar la economía cuando vienen curvas. Pero va avanzando para taponar vías de agua: Bruselas anunció las medidas más inmediatas, con un alcance limitado pero que a cambio no requieren cambios de tratados. Y no eludió la controversia con Berlín, que no deja de poner líneas rojas para delimitar qué es posible y qué no en la gestión de la política económica europea, más alemana que nunca.
El esquema de garantía de depósitos
La Comisión dio un paso más en sus planes de lanzar un esquema europeo de garantía de depósitos bancarios antes de fin de año. Bruselas piensa en una especie de reaseguro, que con el tiempo permita ir mutualizando los fondos nacionales —hoy muy distintos— en esa garantía común. El anuncio llega después de que Alemania haya dedicado el otoño a torpedear ese proyecto con declaraciones altisonantes e incluso un documento que considera “inaceptables” esos planes.
El BCE apoya la idea sin fisuras. Pero Berlín no quiere oír hablar una palabra de mutualizaciones. “Nuestro objetivo es reducir los riesgos bancarios y desvincularlos de los estatales; la creación del esquema común de garantía de depósitos no es adecuada a ese objetivo”, dijo el Ministerio de Finanzas alemán. El vicepresidente de la Comisión, Valdis Dombrovskis, recalcó que el fondo de garantía “es uno de los tres pilares de la unión bancaria” y que hay que garantizar los depósitos “independientemente de su localización”.
La batalla se adivina dura por ese flanco. Ya lo ha sido en todo lo relativo a la vigilancia presupuestaria, con Berlín de uñas a todas las decisiones de Bruselas. Cuando hace unos meses la Comisión dio más tiempo a Francia para cumplir con el déficit, Alemania fue extremadamente dura y puso al comisario socialista francés Pierre Moscovici en el disparadero vinculando esa decisión a su familia política y a su pasaporte. Moscovici acaba de cargar contra el presupuesto español, y el alemán Wolfgang Schäuble le ha criticado asimismo, esta vez por su dureza, sugiriendo que Bruselas podría estar tomando decisiones técnicas con un claro sesgo político.
Un consejo de sabios
La Comisión reacciona ahora a esos ataques, y se suma Italia, que amenaza con mandar a Bruselas el mismo presupuesto, sin variar una coma si Juncker no lo acepta. Bruselas trata de salvar la cara con un consejo asesor fiscal de carácter consultivo: un organismo formado por cinco sabios independientes, que emitirán opiniones sobre el control de presupuestos y le darán una pátina adicional de independencia a la que se presenta como la Comisión más política de los últimos años. No le va a ser fácil cuadrar el círculo: Berlín cargaba contra Bruselas cuando estaba gestionada por tecnócratas; ahora lo hace por su intencionalidad política.
Hubo otras propuestas, pero lo realmente capital para garantizar la estabilidad del euro —un Tesoro, eurobonos, esas cosas— queda para más adelante, una vez pasen el referéndum británico y las elecciones en Francia y Alemania. EL PAIS