La canciller alemana y el presidente francés, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, han dado hoy un importante paso para solucionar la crisis de Grecia conscientes de lo que se juega Europa si Atenas cae, aunque sería más propio decir que Alemania retrocede y cede para que la eurozona avance. Ambos dirigentes, en una rueda de prensa posterior a su esperado encuentro en Berlín, han asegurado que comparten la idea de que la participación del sector privado en el segundo rescate a Grecia debe ser voluntaria, lo que disipa buena parte del camino a recorrer a partir de ahora y aleja la reestructuración forzosa que hasta la fecha había defendido el Ejecutivo alemán. "Hemos encontrado una solución", ha añadido el presidente francés en un alarde de optimismo.
Además, Sarkozy y Merkel, han garantizado que buscarán un acuerdo con el Banco Central Europeo para fijar los detalles de esta nueva ayuda y, por si hubiera alguna duda sobre su voluntad de que el acuerdo sea voluntario, han abogado por seguir la iniciativa de Viena. En cuanto a cuáles van a ser los próximos movimientos de la UE una vez que sus dos mayores potencias han llegado a un consenso, ambos líderes han insistido, y mucho, en la necesidad de actuar con rapidez.
La garantía de que Alemania y Francia tienen una postura compartida para solucionar la crisis de Grecia, cuya caída amenaza con generar un efecto dominó similar al que en otoño de 2008 protagonizó el banco de inversión Lehman Brothers y que dejó al borde del sistema financiero internacional al borde del colapso, ha traído algo de tranquilidad a los mercados.
El temor a una reestructuración forzada, algo que el BCE ya ha advertido de que tendría efectos catastróficos en el resto de Estados del euro y su sistema financiero, está en la base del recrudecimiento del acoso de los inversores contra los llamados periféricos del euro. Por este motivo, una vez que los inversores se han creído el mensaje de Merkel y Sarkozy, las pérdidas de primera hora en las Bolsas se han traducido en ganancias y la deuda de los periféricos ha registrado una mejora que, en cualquier caso, no llega a ser más que moderada.
Según ha explicado Sarkozy, esta postura común se sustenta en cuatro puntos esenciales. El primero es que el acuerdo para que los acreedores acepten una quita o un aplazamiento en el cobro de las deudas de Grecia tenga una base voluntaria. En segundo lugar, ha afirmado que no quieren que esta reestructuración sea percibida como un "acontecimiento de impago de crédito". Si la solución para evitar la bancarrota de Grecia se considera como default (impago) por las agencias de calificación de riesgo, esto tendría consecuencias negativas para la nota de solvencia de los bancos que han invertido en deuda griega, que son principalmente franceses y alemanes, pero también afectaría al propio BCE.
Sobre este punto, Sarkozy ha explicado que están a favor del "estilo de Viena" -los acuerdos alcanzados en 2008 para ayudar a los países del Este de Europa a superar las turbulencias y que implicaban una participación voluntaria por parte de los tenedores de bonos-. Merkel también ha señalado que la iniciativa Viena es "una buena premisa".
En tercer lugar, el presidente francés ha garantizado que cualquier decisión se tomará con acuerdo del propio BCE y, por último, tanto Sarkozy como Merkel han decidido que, tras semanas jugando al ratón y al gato sobre cómo debía ser la participación de la banca en el coste del rescate, hay que actuar "lo más rápido posible" aunque sin fijar fechas. Eso sí, el mandatario galo ha admitido a preguntas de los periodistas que septiembre, una fecha que hoy barajan los medios alemanes citando fuentes del Ejecutivo de Merkel, no le "parece que sea moverse muy deprisa".
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