AP).— Cuando los agentes aeronavales y antidrogas armados panameños llamaron por radio al mercante norcoreano para anunciarle que iban a abordar el buque para inspeccionar lo que transportaba ante sospechas de que llevaba drogas, la tripulación autorizó la maniobra, a pocas millas de un rompeolas a orillas de la ciudad portuaria de Colón.
El barco venía de Cuba e iba a cruzar el Canal de Panamá para enfilar por el Pacífico hacia Corea del Norte, en un tránsito que hubiese sido normal si después de un largo y tenso abordajese descubriera que debajo de toneladas de azúcar morena había una plancha de acero: un contenedor oxidado con material bélico oculto.
La tensión dentro del barco fue creciendo a medida que los policías panameños trataban de revisar con lupa la documentación de la nave, el manifiesto o la información sobre la carga, que no era claro, dijeron autoridades de los servicios de seguridad consultados por The Associated Press.
“Se vivió una tensión y una resistencia fuerte durante la operación”, dijo el ministro de Seguridad Pública, José Raúl Mulino. Agregó que la misión se hizo después de recibir información de inteligencia, incluso de Estados Unidos, sobre el tránsito sospechoso del barco norcoreano.
Operación inició el 10 de julio
La operación comenzó con el abordaje el 10 de julio a ocho millas al norte del rompeolas de Colón y durante tres días de inspección “notábamos algo extraño en el manifiesto que no nos decía qué tipo de carga llevaba”, aseguró a la AP el comisionado y jefe de operaciones del Servicio Nacional Aeronaval, Ramón López. Este cuerpo de seguridad y agentes de la fiscalía de drogas se encargaron de la misión.
Aseguró que en ningún momento se utilizó violencia, se abusó de la tripulación o se esposó al capitán. Tampoco se llegó a disparar un solo tiro, según Mulino.
Tras esos primeros días de inspección en el mar, los agentes ordenaron llevar el barco el sábado a un muelle del puerto internacional de Manzanillo, a partir de lo cual la tripulación de 35 marinos norcoreanos comenzó a incomodarse y a reaccionar de forma agresiva.
“Desde que les dijimos que nos íbamos a mover a puerto lograron desconectar todo el sistema eléctrico del barco, tuvimos que cortar el ancla (para poder desplazar el buque) porque ellos no nos estaban colaborando”, dijo López.
El capitán del navío se hizo una cortada
El capitán del navío causó el momento de mayor tensión posteriormente, cuando después de entrar al baño salió con una navaja y “se hizo una pequeña cortada en el cuello, que fue más un rozón”.
“Había un cabo nuestro al lado y pudo neutralizarlo y evitar que pasara a mayores”, relató. “Fue en ese momento en que los otros marineros ven que neutralizamos al capitán y se alteran, se amotinan y tuvimos que separarlos”. El capitán fue llevado a un hospital de Colón, donde se le curó la herida.
El presidente Ricardo Martinelli, quien informó de la retención del mercante el lunes por la noche, había dicho que el capitán había tratado de suicidarse y que sufrió presuntamente un infarto.
“Se pusieron a gritar y a golpear la mesa, las paredes del barco y como exigiendo que los liberáramos”, prosiguió López. “Pero no estaban esposados, ni detenidos. Los habíamos separado por seguridad y, además, el barco es muy grande”.
El fiscal primero de drogas del Ministerio Público, Javier Caraballo, coincidió en que la situación dentro del mercante se hizo difícil cuando se atracó en Manzanillo. Ya en puerto, se decidió bajar a la tripulación, con excepción de dos marinos que permanecieron en la embarcación para que observaran la inspección y desalojo de la carga.
Las armas iban escondidas
Antes de llevar el buque a Manzanillo, ya los agentes habían descubierto que debajo de los sacos de azúcar iba una plancha de acero que resultó ser un contenedor. El plan fue entonces pedir ayuda de grúas y maquinaria de soldadura y acetileno en la terminal para abrir un boquete del furgón.
Para sorpresa de los agentes, se encontró las primeras piezas del material bélico: una especie de “radar de control de tiro de misiles tierra-aire”, dijo el director del Servicio Nacional Aeronaval, Belsio González.
Desde los trabajos de descarga e inspección del barco en puerto, no se había encontrado drogas.
Respuesta de Norcorea
El miércoles, un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Corea del Norte dijo que los agentes panameños atacaron de manera “apresurada” y detuvieron al capitán con el pretexto de que llevaba drogas, pero que no se encontró nada en la requisa, por lo que pidió la liberación de la tripulación y del barco.
El vocero, que no fue identificado por la estatal agencia de noticias Central Coreana, señaló queel cargamento “no son más que viejas armas, que (Corea del Norte) envía de vuelta a Cuba tras reacondicionarlas, de acuerdo con un contrato legítimo“.
El gobierno panameño formuló la víspera cargos criminales a la tripulación por el supuesto delito de atentar contra la seguridad colectiva del país, al no haber declarado la carga de material bélico procedente de Cuba. Los fiscales argumentan, además, que ello supone un acto “ilegal” y que podría violar las resoluciones de la ONU contra Corea del Norte que prohíben a ese país la compra y venta de misiles o armas pesadas.
Panamá ha pedido ayuda internacional, incluso a la ONU, para inspeccionar el material encontrado y determinar si el caso va en contracorriente de las sanciones contra Corea del Norte.
Respuesta de Cuba
El gobierno cubano informó el martes que el buque había zarpado de un muelle de la isla con10.000 toneladas de azúcar y 240 toneladas de “armamento defensivo obsoleto” para ser reparado y luego devuelto al país. Las autoridades panameñas siguen en la ardua tarea de descargar el buque, mientras la tripulación está bajo custodia en una antigua base militar de Estados Unidos en Colón.
Los marinos norcoreanos se han negado a declarar, dijo Caraballo.