Las relaciones entre Brasil y Estados Unidos no serán completamente normales si Washington no “pide disculpas” por el espionaje del gobierno brasileño, reiteró ayer la presidenta Dilma Rousseff. “Sólo hay una manera de resolver el problema: disculparse por lo sucedido y decir que no volverá a ocurrir. Pero hasta el momento, no ha sido posible esa solución” reiteró la jefa de Estado.
Fue durante una entrevista que le realizó ayer el grupo de comunicación gaúcho RBS, que edita el diario Zero Hora de Porto Alegre. La presidenta afirmó que las relaciones económicas entre ambos países no se vieron afectadas: “No se ha interrumpido en ningún nivel de las relaciones tradicionales entre Brasil y Estados Unidos”. No obstante subrayó que “no es posible que entre países amigos, con relaciones estratégicas, no se tenga en cuenta que no es posible espiar al presidente, ni al primer ministro. No es adecuado”. Insistió, también, que “no se puede concebir que Brasil no tenga respeto por la soberanía. Como presidenta, es inconcebible aceptar negociar la soberanía del país. Es inadmisible decir que es posible espiar Petrobras. Un presidente que acepta eso no merece estar en ese cargo”.
Hace dos meses, una serie de denuncias procedentes de revelaciones del ex espía Edward Snowden, reveló que tanto el celular como los emails de la presidenta brasileña habían sido interceptados por la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos. Eso dio origen a la cancelación de la visita oficial de Dilma a Washington en octubre pasado.
Respecto a las actividades de espionaje que habría desarrollado la Agencia Brasileña de Inteligencia sobre diplomáticos de Irán y Rusia, en 2003 y 2004, Rousseff estableció una diferencia: “No se puede comparar lo que hizo la Abin, porque la agencia no violó la privacidad. No se cometió ninguna ilegalidad” . De acuerdo con Dilma, “fueron acciones de contrainteligencia, realizadas dentro de Brasil”.
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