La celebración del mes sagrado de ramadán, que comienza hoy para millones de musulmanes, queda este año empañada por los conflictos en países como Siria, Irak y el Yemen, donde se vivirá en medio de escasez y un alza de los precios.
Tras el rezo de la madrugada dio inicio en todos los países árabes el Ramadán, un periodo en el que los fieles no pueden comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales desde el alba hasta el ocaso.
La abstención diurna, uno de los cinco pilares del islam, que se rompe con una comida denominada “iftar” (desayuno), se complementa por lo general con copiosos banquetes nocturnos.
Sin embargo, ni el “iftar” ni el “suhur”, el último almuerzo antes de la salida del sol, van a ser muy especiales en los países en conflicto de la región.
En Irak, la guerra contra el grupo terrorista Estado Islámico (EI), que controla amplias zonas del territorio, marca este mes simbólico, en el que el profeta Mahoma empezó a recibir la revelación del Corán.
No todos en este país comenzaron el Ramadán en esta jornada. Solo los suníes, ya que el gran ayatola chií Ali Sistani determinó que para su comunidad el mes sagrado arranca mañana, viernes.
Los iraquíes afrontan, además de la violencia, un alza de los precios de alimentos como las legumbres, la carne y los dulces, agravado por la depreciación del dinar iraquí frente al dólar.
Una ciudad en la que las circunstancias son especialmente difíciles es Mosul, ocupada por el EI desde hace un año, donde los precios se han duplicado y hay una fuerte escasez de productos básicos.
Comerciantes locales explicaron a Efe que esto se debe al cerco que sufre Mosul, ya que los principales carreteras están cerradas al tráfico por las operaciones militares.
Um Ali, una mujer de 44 años, lamentó que “este año la mayoría de las familias no podrán preparar los platos típicos debido a los altos precios y la escasez en los mercados”.
A estas restricciones se suman las impuestas por el EI, que ha prohibido la apertura de restaurantes y tiendas de zumos durante este mes, así como la salida de las mujeres a la calle salvo en casos de necesidad.
El país vecino, Siria, está asimismo asolado por otro conflicto, que se prolonga ya desde hace cuatro años y que ha causado más de 200.000 muertos.
En Damasco brillan por su ausencia las tradicionales jaimas que se instalaban en tiempos de preguerra para el “iftar”, donde los fieles se reunían para comer, fumar y disfrutar de actuaciones musicales.
Aun así, algunos restaurantes anuncian comidas especiales a bajo precio, según pudo constatar Efe, aunque para muchas familias la ruptura del ayuno será trágica porque no tienen ni un pedazo de pan para comer en sus mesas.
“No existen preparativos de Ramadán en Idleb por las difíciles condiciones de vida”, dijo a Efe por internet el activista Ahmad Nur, desde esta provincia del norte de Siria que está tomada casi en su totalidad por los rebeldes.
Nur detalló que los civiles afrontan duras condiciones en medio de enfrentamientos y el desplazamiento forzado de sus hogares, porque “el régimen ha intensificado los bombardeos contra áreas residenciales” y ha quedado cortada la principal vía de suministros, disparando el precio del barril de crudo hasta los 500 dólares.
Tampoco los yemeníes han recibido el mes musulmán de ayuno con la misma alegría que otros años a causa de la lucha entre el movimiento chií de los hutíes y las fuerzas leales al presidente, Abdo Rabu Mansur Hadi.
Naciones Unidas ha hecho un llamamiento -sin respuesta- a una tregua humanitaria de dos semanas coincidiendo con el Ramadán.
“La gente no siente este año la llegada del Ramadán ni está feliz”, aseguró a Efe Abdeltif Mohamed, mientras compraba en un mercado de Saná, que no ha sido testigo de las habituales aglomeraciones.
Entre cortes de luz, el alza de los precios y las epidemias, la única señal del inicio del Ramadán la dieron los niños con la quema de neumáticos para dar la bienvenida al mes sagrado.
Aunque la inestabilidad reina en casi toda la región, los musulmanes de Egipto, Líbano, Jordania o Arabia Saudí sí tendrán más posibilidades de festejar.
En Egipto, el país árabe más poblado, se caracteriza por el barullo y las actividades culturales nocturnas, las telenovelas propias de estas fechas y las llamadas mesas de misericordia, destinadas a los pobres.
Algunos dátiles, típicos para romper el ayuno, llevan el nombre del presidente Abdelfatah al Sisi, cuyo gobierno ha establecido unos 70 mercados y 550 tiendas para vender los alimentos básicos a precios más asequibles, con el fin de ayudar a gran parte de la población que vive bajo el umbral de la pobreza.
Es costumbre en todo el mundo árabe felicitar esta época con la frase de “Ramadán Karim” (generoso). Sin embargo, para muchos este año difícilmente habrá prosperidad.
fuente: EFE