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El responsable de la muerte de al menos cuatro militares estadounidenses en dos ataques a centros de reclutamiento en Tennessee, EE.UU., nació en Kuwait pero llegó al país cuando todavía era un niño.
Al momento de su muerte –ayer jueves, durante los ataques– tenía 24 años.
“Mi nombre causa alertas nacionales de seguridad. ¿Qué hace el tuyo?”, había bromeado hace algún tiempo en el anuario de la Red Bank High School de Chattanooga, donde completó la secundaria.
Pero aunque era un devoto musulmán, ninguno de sus compañeros o vecinos recuerda haber notado signos de extremismo que ayuden a entender su acción de ayer.
“Parecía el típico chico estadounidense”, dijo su entrenador de artes marciales mixtas, Scott Schrader, en un testimonio recogido por CNN.
Y los vecinos de Hixson, el suburbio de Chattanooga que lo vio crecer, se lo describieron en términos muy similares a los medios que llegaron hasta allá para averiguar más de él.
Según The New York Times, por ejemplo, la mayoría lo recuerda vistiendo vaqueros y camiseta.
Muchos destacaron también su amabilidad y buena educación.
Y aunque Abdulazeez era un musulmán practicante –compañeros de clase lo recuerdan rezando cinco veces al día y ayunando durante el Ramadán– la poblada barba con la que aparece en sus últimas fotografías era una adición bastante reciente.
Y el joven graduado en ingeniería electrónica por la Universidad de Tennessee en Chattanooga tampoco era un asceta, como parece probar su arresto a inicios de este año por conducir bajo la influencia del alcohol.
Ese fue, de hecho, su primer problema con las autoridades.
Y el joven, que había sido miembro del equipo de lucha libre de su escuela y empezó a entrenar artes marciales mixtas a los 17 años, no estaba en el radar de las agencias estadounidenses de seguridad.
Según varios reportes, sin embargo, su blog estaba siendo monitoreado por el Grupo de Inteligencia Site, que da seguimiento a posibles actividades extremistas.
Y los miembros de su comunidad, incluyendo los asistentes a la mezquita que frecuentaba para la oración de los viernes, todavía no salen de su asombro.
“Estamos en shock”, le dijo Mary Winter, presidente de una asociación de vecinos, al periódico The New York Times.