(EFE).- El papa dijo hoy que cuando el hombre se convierte en brutal y agrede a su hermano, “algo animal nace en él, la violencia se convierte en bestial y sólo la intervención de Dios puede restituir a Dios su humanidad”.
Unos 8.000 fieles acogieron hoy con entusiasmo en el Aula Pablo VI del Vaticano, las palabras del Obispo de Roma en la audiencia tradicional de todos los miércoles.
El papa teólogo reflexionó sobre el salmo 22-21 en el que el hombre se siente abandonado por Dios e invoca su nombre y aborda su silencio en momentos de angustia y la ansiedad que le produce no ser escuchado por Él.
“El inocente perseguido, rodeado de adversarios que quieren su muerte, se siente abandonado por Dios”, dijo Benedicto XVI.
En el salmo, dijo, “de gran densidad humana y teológica” hay “una toma de conciencia de una situación desesperada pero que no quiere renunciar a la esperanza”.
El salmista llama a Dios -agregó Benedicto XVI-, pero éste “calla, y este silencio lacera el alma del que reza, quien incesantemente le llama sin encontrar respuesta”.
El salmista llama a Dios -agregó Benedicto XVI-, pero éste “calla, y este silencio lacera el alma del que reza, quien incesantemente le llama sin encontrar respuesta”.
“El grito se pierde en el vacío y la soledad se convierte en insostenible, sin embargo el orante lo llama ‘Dios mío’ en un extremo acto de fe, no puede creer que la unión con el Señor se haya interrumpido completamente, pregunta el por qué de un presunto abandono incomprensible y afirma que su Dios no lo puede abandonar”, explicó.
Hay una relación, subrayó el papa Ratzinger, entre este salmo y la narración de la pasión de Jesús.
Las palabras iniciales de este salmo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?, son puestas en los labios de Jesús como grito durante su agonía en la cruz”, señaló cuando se dirigió a los peregrinos en lengua española.
Pero este grito -precisó el papa-, es una oración. Con ella, Jesús mantiene “la carga de un indecible sufrimiento, a la vez que se abre a la certeza de la gloria”.
“La victoria de la fe puede transformar la muerte en don de la vida, el abismo de dolor en fuente de esperanza. Al final, el salmo muestra que la vida ha triunfado. El Dios de la salvación se ha manifestado como Señor, y todos los confines de la tierra lo celebrarán”, concluyó.
“La victoria de la fe puede transformar la muerte en don de la vida, el abismo de dolor en fuente de esperanza. Al final, el salmo muestra que la vida ha triunfado. El Dios de la salvación se ha manifestado como Señor, y todos los confines de la tierra lo celebrarán”, concluyó.
Poco antes de la pronunciar la catequesis saludó en polaco, eslovaco, italiano, alemán, portugués, inglés y español.
“Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los oficiales de la Policía Nacional, de Colombia, al grupo de la Academia de Carabineros, de Chile, a los alumnos y profesores del Bachillerato Humanista Moderno de Salta, Argentina, así como a los demás fieles venidos de España, México, Venezuela y otros países latinoamericanos”, dijo.