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domingo, 25 de diciembre de 2011

Sicario colombiano al servicio de Pablo Escobar asegura que descuartizaron a un etarra


John Jairo Velásquez, alias Popeye, afirma que en 1984 fueron entregados 30 millones de dólares a los jueces de la Audiencia Nacional y miembros del Gobierno español para frenar dos extradiciones.

El jefe de los sicarios de Pablo Escobar, el mítico capo del desaparecido cartel de Medellín, Popeye habló con Salud Hernández en un pequeño pabellón de la cárcel de máxima seguridad de Cómbita, a 130 kilómetros de Bogotá, que comparte con otros dos peligrosos reclusos.

Lleva 20 años preso y aún le faltan otros 18 meses para recobrar la libertad.

Pero, antes de salir y según la periodista de ‘El Mundo’, busca rescatar de su memoria todo lo que vivió en los años en que la mafia colombiana era capaz de arrodillar al Estado, una de sus revelaciones más importantes tiene que ver con la ETA y el trabajo que hizo para los narcotraficantes de algún asesino destacado de la banda.

“El terrorista llegó a Colombia en 1986, cuando ya había estallado la guerra de Escobar contra el cartel de Cali y comenzaba el narcoterrorismo, una de las etapas más sanguinarias de la nación sudamericana”, reportó la página Periodista Latino.

Al instructor le llamaban Miguelito, un hombre bien presentado, no usaba desodorante que para nosotros es muy llamativo, blanco, de 1.72 metros de estatura, 42 años, gordito, inteligente, muy bien hablado, jovial”, detalló.

“Al etarra le contrataron por medio millón de dólares, según la versión de Popeye, porque hizo amistad con uno de los principales jefes del cartel de Medellín, Jorge Luis Ochoa, cuando estuvo recluido en España. Corría el año 1984″, explicó.

La situación finalizó mal para Miguelito, al que atraparon prestando servicios para el cartel rival de Cali y al que descuartizaron y tiraron al río, refirió Popeye.