El periodista Eleazar Díaz Rangel en su columna de los domingos publicada en el diario Últimas Noticias realizó una apología entre Argentina después de la Segunda Guerra Mundial, influenciada por los Estados Unidos y la Venezuela de hoy.
Díaz Rangel destacó que alrededor de la idea de que Perón fuera colaborador de los Nazis, el embajador de Estados Unidos en Argentina, para la época, Spruille Braden dictó conferencias y se reunía con grupos intelectuales y empresarios. Situación que generó una división en ese país entre la clase sindical que apoyaba a Perón y la oligarquía.
Explicó que el “chavismo” trata de vincular la imagen del candidato de la Mesa de la Unidad Democrática , Capriles Radonski con EE UU.
Asimismo, abordó el tema de los medios de comunicación social y su influencia en la opinión de los habitantes. Refirió que muchas veces la verdad queda oculta ante la parcialidad política. Mencionó el caso de las agencias Internacionales y su cobertura en Siria y destacó la labor de Telesur al tratar de acercarse a una realidad que muchos ignoran.
Lea a continuación la columna:
Ocurrió apenas terminada la Segunda Guerra Mundial, en 1946, cuando fue designado Spruille Braden embajador en ese país, quien, según el embajador británico, “llega a Buenos Aires con la idea fija de que la providencia lo había elegido para derrocar al régimen de Farrell-Perón” (*).
El gobierno militar argentino era considerado colaborador de los nazis, lo que explicaría la intromisión de Braden, quien recorrió el país dictando conferencias, se reunía con grupos oligárquicos, etc.
El gobierno militar, así como la política argentina, atravesaban severas crisis, e inesperadamente Perón fue desplazado del gobierno. Perón, que era ministro de Guerra y ministro de Prevención Social, se había vinculado mucho a los trabajadores cuyos sindicatos lo apoyaban, y los cuales, estimulados por Evita Perón, reaccionaron semanas después cuando fue hecho preso.
La crisis se agudizaba en el sector militar. La detención de Perón provocó la reacción sindical, que se fue extendiendo a todo el país hasta que la Confederación General del Trabajo (CGT) declaró la huelga general el 14 de octubre y que se extendió gradualmente. El 17 octubre durante todo el día fueron llegando manifestantes al Gran Buenos Aires; el comercio, atemorizado, cerró sus puertas. Después de mediodía, numerosos grupos de trabajadores rodearon la Casa Rosada bajo las consignas: “Mueran los oligarcas” y “Sin galera y sin bastón queremos a Perón”.
Esta concentración obrera llevó a la mayoría de los oficiales a hacer que el Campo de Marte (el Fuerte Tiuna nuestro) demandara la libertad de Perón. La Plaza de Mayo desbordaba de gente con ejemplares del diario La Prensa encendidos como antorchas y rodearon la casa de gobierno. Estas acciones de los militares y del sector popular no fueron soportadas por el Gobierno, e inmediatamente ordenó la libertad de Perón y convocó elecciones para el 24 de febrero.
El país se dividió en dos: en un lado estaban la Iglesia, la oligarquía, la gran prensa, los empresarios, la Unión Democrática, el Partido Comunista, numerosos intelectuales con Jorge Luis Borges a la cabeza y sectores de clase media que apoyaban la candidatura de Tamborini. Y en el otro, lo conformaban los sindicatos, los trabajadores del campo, una fracción del Partido Socialista, sectores de clase media, y los desarrapados.
La campaña electoral fue encarnizada, con algunos incidentes de violencia.
Desde Washington, Braden, que había sido ascendido a Subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, estimula la campaña contra Perón y editan el Libro Azul, donde lo acusan de haber sido agente de los nazis. Inmediatamente, Perón replica con el libro Azul y Blanco (colores de la bandera Argentina) denunciando a Braden y a la embajada por sus servicios de espionaje en Argentina. Terminando la campaña, en su último discurso, Perón dice “en consecuencia, sepan quienes voten el 24 por la formula del binomio oligárquico-comunista que con ese acto entregan sencillamente su voto al señor Braden. La disyuntiva en esta hora trascendental, la consigna es Braden o Perón”.
Las elecciones se celebraron el 24 de febrero de 1947, y Perón gana con una sólida mayoría.
El chavismo busca presentar una imagen de Capriles Radonski como un candidato vinculado a los intereses estadounidenses. No será nada fácil, pues aunque se encuentran muchas similitudes, en Venezuela no hay un Braden, pero la política norteamericana sigue siendo la misma después de 66 años.
(*) Jorge Abelardo Ramos, en La Era del Peronismo
Cómo matan la verdad
Hace diez años, invitado por el presidente de la Asamblea Nacional, Willian Lara, pronuncié un discurso cuyo párrafo inicial es el siguiente: “En cualquier momento de 1917, desarrollándose como estaba la primera conflagración mundial, vista la forma como en la prensa y las agencias noticiosas se restringía la información, se ocultaba o deformaban los hechos, el senador norteamericano Hiram Johnson dijo que ‘la primera víctima en una guerra es la verdad’“. Seguramente esa frase no recorrió el mundo en esos días, pero recogió una realidad presente desde hacía décadas, y se hizo evidente en todos los conflictos armados posteriores y, de manera particular, en la Guerra del Golfo y en la invasión a Grenada acá, cerca de nuestras fronteras orientales, cuando la información fue secuestrada y administrada por las fuerzas expedicionarias”.
Si esto ocurría hace casi un siglo, cuando aún se utilizaban palomas mensajeras para transmitir información, pueden imaginarse cómo será hoy en día, cuando Ignacio Ramonet considera que en los más importantes conflictos bélicos funciona un estado mayor mediático. En la grave crisis siria, es fácil observar cómo las agencias y servicios noticiosos internacionales utilizan fuentes informativas opositoras al Gobierno de Damasco, de manera que hoy la opinión que tenemos, al menos los latinoamericanos, se ha formado por los despachos cablegráficos nutridos por la información recibida de los grupos opositores.
En ese conflicto también murió la verdad, como ha ocurrido con Libia, que dejó de ser noticia para las agencias internacionales pese a la conflictividad en ese país y a los destrozos causados por los bombardeos de la Otan.
Acercándonos a América Latina, la imagen que nos formamos de cuanto acontece en nuestros países es creada por las agencias internacionales; en tal sentido, hay que reconocer los esfuerzos de Telesur por acercarse a una realidad que otros ignoran. En el conflicto colombiano, cada vez que se producen enfrentamientos con la guerrilla, quienes suministran la información es una de las partes en conflicto: el Ejército colombiano.
Así llegamos a Venezuela, donde también se libra una guerra mediática; con demasiada frecuencia las noticias que salen al exterior ofrecen la imagen de un país en bancarrota, falto de libertad de prensa y formas de gobierno con características dictatoriales, lo cual pueden comprobar los que tienen acceso a la mayoría de los más poderosos medios de América Latina, España y algunas ciudades norteamericanas. Esta situación se repite en países como Ecuador, Bolivia, Nicaragua, y en menor grado en Argentina y Brasil (recordemos que el presidente Lula en una oportunidad dijo que no leía la prensa de su país porque le daba acidez).
Nada fácil combatir y derrotar esas tendencias, particularmente la prensa y la televisión, que son los que forman la opinión de los habitantes de esos países sobre lo que acontece en Venezuela.
Los Domingos de Díaz Rangel
Candidato pronorteamericano
por Eleazar Díaz Rangel
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