"El mejor marido para una mujer es el que tiene la edad de su padre", dice un conocido proverbio mauritano, que refleja la convicción popular sobre los beneficios del matrimonio de niñas menores en este país.
Los enlaces de menores son para las familias mauritanas un motivo de prestigio social, a pesar de los peligros que supone para las jóvenes los embarazos precoces.
En la sociedad mauritana, profundamente tribal y religiosa, una chica se convertirá en causa de deshonor familiar si no encuentra esposo y termina manteniendo relaciones sexuales fuera del matrimonio o si, en el colmo de los casos, da a luz sin estar casada.
"No puedo imaginar lo que sucedería, que Dios no lo quiera, si descubro que una de mis hijas, por cualquier razón, pierde la virginidad fuera del matrimonio. Rezo cada día para que se casen lo antes posible", comenta Aichettou Mint Sidi Ali.
Para esta mujer, que es consciente del peligro que suponen los embarazados de menores, ser madre es una carrera contra reloj y más "si se tiene en cuenta que las mujeres dejan de procrear cuando alcanzan los 40 años".
En Mauritania, un país con una pasado nómada, el número de niños, sobre todo de varones, era hasta hace poco un indicador de fuerza en la sociedad.
Aissata Ball, coordinadora de la Sección Sectorial para la Aceleración de Rendimiento de los Objetivos del Milenio para el Desarrollo (OMD) en Mauritania, cree que los matrimonios de menores representan un serio problema para la salud pública.
Ball explica que esto se refleja en el hecho de que el 65 % de las mujeres que presentan complicaciones relacionadas con el embarazo, como la fístula obstétrica (formación de un orificio anómalo en la vía del parto) son adolescentes.
Asimismo, señala que generalmente las menores que están embarazadas tienen tendencia a esconderlo, por lo que llegan al parto sin un seguimiento médico adecuado, lo que aumenta los riesgos de mortalidad para el bebé o para la madre.
Según el informe del Fondo de Naciones Unidas por la Población (UNFPA), más del 29 % de las mujeres mauritanas se quedan embarazadas antes de los 18 años.
Amintou Mint Moctar es presidenta de la Asociación de Mujeres Cabezas de Familia (AFCF), una ONG que lucha contra los matrimonios precoces y que se ocupa, entre otras cosas, de menores embarazadas y sin medios económicos que han sido abandonadas por sus maridos o que se han quedado embarazadas fuera del matrimonio.
Moctar se muestra contraria a la legislación mauritana sobre este asunto, ya que no pone ninguna barrera jurídica contra estos enlaces en este país, donde el Código Civil fija en 18 años la edad de matrimonio, pero estipula que se puede llevar a cabo con 16 años en casos excepcionales que resultan ser muy frecuentes.
Para la presidenta de AFCF, que en 2012 se hizo cargo de 273 adolescentes embarazadas, "la medida permite a los tutores ávidos de obtener beneficios materiales (en referencia a la dote) entregar a sus hijas en matrimonio sin correr el riesgo de ser sancionados".
Además, "el islam no fija una edad para el matrimonio", reconoce Hademine Ould Salek, miembro de la Asociación de Ulemas de Mauritania e imán de la más anciana mezquita de Nuakchot.
Sin embargo, Salek precisa que si se establece médicamente que el matrimonio de la joven a una edad determinada representa un peligro para su salud, se prohíbe categóricamente.
"Esto es válido, por ejemplo, cuando la menor no puede soportar físicamente una relación sexual o un embarazo con riesgo", apunta.
"La mejor solución consiste en sensibilizar a la población sobre los riesgos que supone el matrimonio de menores y los embarazos precoces", concluye la coordinadora de la OMD.
EFE