El teléfono móvil lidera el desarrollo tecnológico en África
Con el paso del tiempo, si algo continúa llamándome la atención en elcontinente africano, es el crecimiento exponencial de los apéndices auriculares de su población. Electrónicos, eso sí.
En la actualidad, cerca del 80% de la población adulta del África subsahariana no dispone de cuenta bancaria. Una carencia que contribuyen a soliviantar servicios como el keniano M-Pesa, que permite transacciones financieras por teléfono móvil.
Desarrollado en 2007, este servicio (del swahili «Pesa», dinero) es el máximo exponente de la creatividad tecnológica que experimenta el sector financiero africano. Sobre todo, en un país como Kenia, que dispone de más de 31,3 millones de teléfonos móviles para 43 millones de habitantes.
Precisamente es la absoluta sencillez y su accesibilidad (el servicio cuenta con cerca de 17 millones de clientes, un 64% de la población adulta del país), la principal virtud de M-Pesa. Para comenzar a utilizar este sistema, tan sólo es necesario registrarse en cualquiera de los más de 27.000 puntos de venta autorizados que Safaricom dispone en el país, así como proporcionar un número de teléfono móvil.
Finalizado el proceso (totalmente gratuito), el usuario podrá desde ingresar dinero en su «cuenta virtual» a enviar fondos a otros usuarios mediante SMS, pasando por el pago de facturas o servicios.
Y no es un caso único de desarrollo tecnológico. Del puro ocio de la nigeriana Gamsole, la primera empresa regional de videojuegos en alcanzar el millón de descargas (notable es su exitoso «Traffic Jam», con un tema tan local como los problemas de tráfico en la populosa Lagos), a la «aplicación» iCow, donde cualquier granjero será capaz de obtener información en tiempo real de su ganado; centenares de servicios locales se sirven del teléfono móvil como única herramienta.
Dado este particular crecimiento, el Gobierno de Kenia ya ha puesto la primera piedra (moral) a uno de sus proyectos más ambiciosos: la edificación del «Silicon Valley de la sabana», una nueva ciudad destinada a convertirse en el centro tecnológico de la región. Pese a que su construcción no será finalizada de forma definitiva hasta dentro de veinte años, Konza City Technology —como así se llama el intercepto— está previsto genere más de 200.000 puestos de trabajo.
La apuesta no es menor: el coste del nuevo centro de negocios será cercano a los 11.000 millones de euros con el objetivo de atraer a empresas de «externalización» de procesos, desarrollo de software o almacenamiento de datos.
No son poca cosa, para un centro financiero a unos 60 kilómetros al sureste de la capital, Nairobi, y que será generado del polvo.