El gobernador del Estado de Misuri, Jay Nixon, declaró este sábado el estado de emergencia en Ferguson (entre las 12 de la noche hora local y las 5 de la mañana) después de que en la madrugada del viernes retornaran los disturbios y las escenas de saqueos que parecían ya superadas en las calles de esta localidad cercana a San Luis (Misuri), donde hace una semana Michael Brown, un negro de 18 años, murió por disparos de un policía.
La mayoría de la gente ha respetado la medida, salvo un grupo de entre 150 y 200 personas. Al grito de "Sin justicia, no al toque de queda", este grupo se ha negado a desalojar la zona. Tras advertirles de que debían dispersarse "inmediatamente", la Policía ha comenzado a lanzar botes de humo contra ellos tres cuartos de hora después de que entrara en vigor el estado de emergencia.
Siete personas fueron detenidas por negarse a obedecer la orden de dispersarse, según comunicó el capitán de la policía estatal de autopistas, Ronald Johnson, encargado desde el jueves de supervisar las protestas.
“Tenemos una víctima de disparo en condición crítica que puede perder su vida”, afirmó Johnson, que añadió que tenían informaciones sobre varios individuos armados que había irrumpido en un restaurante, informa France Presse. El capitán Johnson dio a entender que la prohibición de estar en la calle se limitará a la avenida comercial y sus alrededores, donde se han celebrado las protestas en la última semana.
En un posible termómetro de la reacción esta noche a la imposición del estado de emergencia, varios residentes de Ferguson interrumpieron las palabras de Nixon y Johnson para criticar que se establezca un toque de queda cuando no se ha servido "justicia" al no haberse presentado todavía cargos contra el agente que mató a Brown. "Si queremos buscar justicia, primero tenemos que mantener la paz", replicó incómodo el gobernador.Por su parte, el gobernador demócrata justificó la medida en el hecho de que no se puede permitir que "unos cuantos saqueadores pongan en peligro al resto de la comunidad". Y agregó: "Es una prueba, los ojos del mundo están mirando, es una prueba para determinar si esta y cualquier comunidad puede romper el ciclo de miedo, desconfianza y violencia". Nixon dio a entender que el toque de queda durará varios días al afirmar que dicho ciclo no se rompería en solo "una noche".
El efecto apaciguador que tuvo la noche del jueves el traspaso de la supervisión de las protestas a una policía más conciliadora se diluyó al día siguiente. Las emociones volvieron a escalar en la desangelada avenida comercial que se ha convertido en el epicentro de las movilizaciones.
Durante la tarde y noche del viernes las protestas mantuvieron el clima festivo y pacífico del jueves, con cientos de personas —la mayoría negras— congregadas en las aceras de la avenida con pancartas, mientras un reguero de coches hacía sonar sus bocinas. Pero en el ambiente se palpaba una mayor indignación tras el anuncio, a primera hora de la mañana, de que la policía consideraba a Michael Brown sospechoso de participar en un robo, poco antes de ser tiroteado en una calle cercana. Muchos de los congregados consideraban que era una táctica de distracción para alejar el foco del agente que disparó. Más aún cuando la policía reveló que el agente desconocía la implicación de Brown en el supuesto robo.
Pasada la medianoche, el ambiente festivo desapareció con la llegada de antidisturbios a la zona. El jueves no hicieron acto de presencia, lo que ayudó a mantener calmados los ánimos. Algunos manifestantes se enfrentaron a los agentes y les lanzaron botellas. Los policías se replegaron y uno de ellos lanzó un bote de gas lacrimógeno porque “estaba atrapado” entre manifestantes en un párking, según explicó este sábado Johnson.
En paralelo, un grupo de manifestantes empezó a saquear comercios y a romper cristales, como ya hicieron la noche del pasado domingo. Mientras, otro grupo trataba de frenarlos. La policía no intervino durante los saqueos, lo que este sábado fue criticado por el fiscal general de Misuri, Chris Koster, durante una visita a la zona. El fiscal pidió un equilibrio entre el derecho de los residentes a protestar y la protección de la comunidad.
En cambio, Johnson elogió la cautela policial. El capitán admitió también que el viernes estuvo “preocupado” de que la acusación de robo a Brown atizara la tensión en las calles. Era una nueva crítica a la gestión de esta crisis por parte de la policía local y del condado de Ferguson, que han dado información contradictoria y se han enfrentado cinco días con los manifestantes.EL PAIS