La eurozona sortea la recesión pero sigue anclada en el estancamiento
Las raíces vigorosas que el Gobierno dice ver en el recuperación española se asientan en terreno poco fértil. La eurozona esquivó por los pelos la recesión en el tercer trimestre, aunque va de cabeza a un largo estancamiento, con tendencias deflacionistas y el paro en niveles desesperadamente elevados. El PIB de los Dieciocho creció el 0,2% en el tercer trimestre, tras el estancamiento del trimestre anterior, según ha anunciado Eurostat, la agencia estadística de la Unión.
La economía del euro sigue al ralentí: el crecimiento interanual se limita al 0,8%, en lo que supone una recuperación muy débil tras una dura crisis financiera y una recesión profunda. Tras más de seis años de crisis, la eurozona sigue sin recuperar los niveles de 2008 y se aproxima peligrosamente a acumular una década perdida: la crisis existencial del parece superada, pero su legado –con un endeudamiento público y privado muy elevado que dificulta el despegue y una gestión discutible de la política económica— seguirá lastrando la economía europea durante mucho tiempo.
Pero eso, si llega, será a largo plazo, y a largo plazo “todos estaremos muertos”, decía John M. Keynes. Aunque Keynes también dijo que la vida y la historia “están hechas de cortos plazos”. Y el corto plazo no pinta bien, pero tampoco tan negro como parecía: Alemania creció el 0,1% en el tercer trimestre, Francia el 0,3% y España el 0,5%. El caso más preocupante es el de Italia. El Producto Interior Bruto italiano ha experimentado una contracción del 0,1% en el tercer trimestre, lo que implica la entrada de la economía transalpina en recesión técnica, según los datos publicados por Istat. También Chipre, en medio de una crisis oceánica que ha provocado un rescate de la eurozona, sigue en recesión. En el otro lado, Grecia, Eslovaquia y España encabezan las cifras de crecimiento, con alzas superiores al 0,5% del PIB interanual.El FMI, el G-20 y Estados Unidos han lanzado serias advertencias en los últimos días a Europa para que cambie su política económica. La única respuesta, por el momento, es el anuncio de un plan de inversiones en Alemania que supera por poco el 0,1% del PIB germano. El giro en la política monetaria de Estados Unidos, la desaceleración en China, el desplome de los precios del petróleo y los conflictos geopolíticos son los graves riesgos externos que dificultan la reactivación en Europa. Pero los problemas más importantes son endógenos: ni hay inversión ni políticas monetarias ni fiscales lo suficientemente expansivas para deshacer el nudo japonés en el que se va metiendo la eurozona. Hasta el punto de que algunas voces avisan incluso de que el futuro del euro vuelve a estar en cuestión: el economista norteamericano Allan Meltzer fue ayer el último en subirse al carro de quienes predicen una ruptura de la eurozona, dentro de una nómina que no deja de crecer y en la que figuran básicamente expertos estadounidenses, pero también destacados analistas europeos como Wim Buiter (Citi).
El contraste de la economía europea con otras áreas económicas es frustrante. Estados Unidos creció el 0,9% en el tercer trimestre, con un incremento anual del PIB del 2,6%. La eurozona crece el 0,2% trimestral y el 0,9% anual. Y, a pesar del activismo del BCE (o quizá porque en realidad Fráncfort puede haberse quedado corto en relación a lo que hacen grandes bancos centrales), el IPC de la eurozona sigue en niveles preocupantes, con un magro crecimiento del 0,4% que dificulta el ajuste en la periferia, el pago de las abultadas deudas y recuerda peligrosamente la década perdida de Japón.EL PAIS