"Espero de todo corazón que Tsipras consiga alcanzar un acuerdo de última hora que le permita desconvocar el referéndum o hacer campaña en favor del sí. No podemos dividir de esta forma a Grecia. Si gana el no, nos arriesgamos a una catástrofe: poco a poco, nos deslizaremos fuera del euro. Y los que pagarán por ello serán precisamente los pobres y los jubilados a los que el primer ministro afirma defender". Para el ex primer ministro griego, Yorgos Papandreu, hablar de referéndum es como echar sal en una herida abierta. En noviembre de 2011, cuando él mismo convocó una consulta popular para plantear a los griegos si querían permanecer o no en el euro, la troika le enseñó tarjeta roja, obligándole amablemente a renunciar a su cargo. De modo que estos días son para él una especie de déjà vu que sigue con ansia. Listo, eso sí, para volver a entrar en liza con su nuevo partido To Kinima.
Pregunta. ¿Quién ganará el domingo,?
Respuesta. Si prevalecen las emociones y la idea romántica de la pelea de David contra Goliat, ganará el no. Si preponderan, en cambio, la lógica y los intereses del país, se impondrá el sí. Pero el resultado es muy incierto. No existe un paraíso y un infierno. Ambas son opciones a la baja. Obviamente, yo confío en que gane el sí para que pueda formarse inmediatamente después un gobierno de unidad nacional, que abarque desde Syriza hasta Nea Demokratia, y se apruebe el acuerdo en el Parlamento. Más tarde, ya en otoño, con el crédito y los bancos ya en funcionamiento y el país de nuevo en la ruta justa, se podrían convocar elecciones.
R. Nos adentraríamos en un camino muy peligroso. Con la economía estrangulada, sin dinero en los bancos, ciudadanos que dejan de pagar impuestos y la economía en caída libre. El gobierno se vería obligado a emitir una moneda paralela o a volver al dracma. Una catástrofe. Nadie nos expulsaría de Europa. Seríamos nosotros mismos quienes nos alejaríamos de ella sin darnos cuenta siquiera, paso a paso. Y será a los más débiles a quienes toque pagar el precio más elevado.P. ¿Y si gana el no?
P. ¿Cómo se ha llegado a una situación semejante?
R. Las negociaciones se han conducido mal por ambas partes. Tsipras ha dilapidado el enorme capital político que tenía al principio. Malgastó meses en cambiar el nombre a la troika y en decidir si se debía negociar en Atenas o Bruselas. Enseñaba una cara en Europa y otra en Grecia, cambiando de postura en demasiadas ocasiones. La Teoría de Juegos cuyo objetivo era llegar al último minuto con Grecia dispuesta a ser la bomba que hiciera volar por los aires el euro no ha obtenido recompensa. Syriza tenía que haber hecho gala de mayor amplitud de miras y demostrar desde el principio que deseaba emprender de verdad las reformas que necesita el país: la lucha contra la corrupción, la evasión fiscal y el clientelismo, la mejora de la justicia civil y del fisco. En vez de hacerlo, prefirió centrarse solo en la cruzada contra el memorando.
P. Y Europa, ¿en qué se ha equivocado?
R. Ha pecado de falta de solidaridad y de ambición. Si hubiera puesto de inmediato sobre la mesa la reducción de la deuda, las cosas habrían ido mejor enseguida. Grecia ha realizado el mayor ajuste fiscal en un país desarrollado de la historia. Y tirarlo todo por la borda insistiendo excesivamente en los recortes y en los objetivos fiscales ha sido un error. Era necesaria una mayor flexibilidad. Si el BCE hubiera dicho en 2010 que "haría todo lo necesario" para salvar a Atenas —como hizo Draghi más tarde en relación con el euro— hace mucho tiempo que estaríamos fuera de peligro.
P. Syriza afirma que la UE, el BCE y el FMI, en cierto modo como le ocurrió a usted en 2011, están tensando la cuerda porque quieren hacer caer el gobierno Tsipras. ¿Cuál es su opinión?
R. Son dos situaciones diferentes. Yo negocié un acuerdo y conseguimos alcanzarlo. Cuando convoqué un referéndum para dar la palabra a los griegos hasta Merkel personalmente llegó a felicitarme. Pero después la Francia de Sarkozy me cavó la tierra bajo los pies. Pero fue una batalla contra el referéndum, no contra mí. Hoy las cosas son muy distintas. Tsipras ha perdido gran parte de su credibilidad. No se puede atacar frontalmente a Draghi para pedirle a continuación más dinero. No se puede afirmar que el BCE te chantajea cuando sabes perfectamente que desde el 30 de junio ya no podrá concederte más créditos de emergencia. No puedes convocar un referéndum cuando estás a un paso de un acuerdo honorable. Ahora el mal ya está hecho. Y sea cual sea el resultado del referéndum, tendrá grandes dificultades para reconstruir una relación de confianza con Bruselas.EL PAIS