La película de Pedro Almodóvar “¡Átame!” ocupa un lugar destacado en el escritorio del realizador indio Manoj Night Shyamalan (“El sexto sentido”, 1999), quien encuentra en esa obra una fuente de inspiración que le marca el camino para convertirse en el cineasta que quiere ser.
En una entrevista con Efe, Shyamalan confesó estar buscando definir su seña de identidad fílmica, algo que para él ha conseguido ese director español, así como el estadounidense David Lynch, cuyo “Blue Velvet” (1986) comparte espacio con “¡Átame!” en la mesa donde actualmente escribe su próximo guión.
“Las guardo allí porque significan algo para mí. Son obras maestras por su especificidad. Claramente, esos cineastas no estaban tratando de ser como otros, estaban siendo ellos mismos, y lo que pasase después daba igual. Me encantaría ser ese tipo de cineasta. Me inspira llegar a ser así”, comentó.
A pesar de haberse fraguado un nombre en la industria a base de superproducciones, los referentes de Shyamalan se encuentran principalmente en el cine independiente.
Considera a Woody Allen uno de sus “superhéroes”; a los hermanos Coen, unos “dioses”; y a su amigo Spike Lee, un gurú que le hizo descubrir en la adolescencia que de mayor quería dedicarse al séptimo arte.
A sus 45 años, Shyamalan presenta este viernes su último trabajo, “The Visit”, un relato de terror con amplias dosis de comedia sobre unos niños que van a pasar una semana con sus abuelos, con los que jamás han tenido relación. La experiencia les llevará a descubrir un terrible secreto.
“The Visit” supone un soplo de aire fresco en la reciente filmografía de Shyamalan y, posiblemente, le redimirá de sus recientes fiascos en taquilla, “After Earth” (2013) y “The Last Airbender” (2010), largometrajes con presupuestos que superaron los 130 millones de dólares cada uno y que no llegaron a funcionar.
Para el nuevo filme, Shyamalan decidió correr riesgos y exponerse como realizador sin parapetarse en el aparato de la industria de Hollywood.
Financió los apenas 5 millones de dólares que costó la cinta que dirigió, y cuyo guión escribió íntegramente, incluidos los temas de rap (sí, hay hip hop).
Llegó a alquilar durante 6 meses la propiedad en la que transcurre la acción, un viejo caserón en las afueras de Filadelfia que había sido embargado por el banco a sus antiguos dueños.
El realizador pasó ratos a solas en esa vivienda durante la fase de preproducción, se imaginaba las tomas y se preparaba para un rodaje como nunca antes había hecho para una película.
“Me doy cuenta de que hay una cierta velocidad que es necesaria para ser creativo, al menos en mi caso. Cuando usas tus instintos no te lo piensas demasiado. Quise ponerme en esa situación en la que no hay una red de seguridad, solo hay una salida, que la historia y los personajes funcionen”, indicó.
Shyamalan terminó rodando el doble de rápido de lo que estaba acostumbrado. Se dio cuenta de que era capaz de trabajar a ese ritmo durante la filmación del piloto de la serie “Wayward Pines”. Para “The Visit”, aplicó el mismo método de trabajo.
“Esto requiere una determinada forma de pensar, de moverse, de trabajar los planos y una intensidad, tienes que tener mucha energía. Realmente ayuda al proceso creativo. Hay una simplicidad en esto. Te quitas toda la grasa, todo lo que no necesitas, tanto en la producción como la historia”, manifestó.
Shyamalan explicó que lo que hace de “The Visit” una “rareza” dentro del género de terror es su sentido del humor que personifican los jóvenes protagonistas encarnados por los actores australianos Olivia DeJonge y Ed Oxenbould, que sobrellevan con inusual naturalidad las excentricidades de sus parientes.
El desafío para el director fue equilibrar el tono de terror y comedia. Tuvo problemas en la edición, hasta que se dio cuenta de que tenía que tratar la narrativa del filme como un “thriller”.
El misterio, precisamente, es un terreno en el que Shyamalan ha demostrado sentirse muy cómodo. De pronto, las piezas empezaron a encajar.
Fuente: EFE