AFP).- Ignacio Hurban, buscado durante 36 años como Guido Carlotto, se presentó este viernes en una conferencia de prensa donde celebró la labor de la organización humanitaria que preside su abuela Estela de Carlotto, llamó a todos quienes tengan dudas a hacerse los exámenes de ADN y se mostró feliz.
Sin atisbos de melancolía ni muestras de dolor, el joven que se enteró hace 48 horas de que era el bebé robado en la dictadura que buscó por más de tres décadas su reconocida abuela, dijo mirando a Estela de Carlotto: “estoy disfrutando, pero lo que más disfruto es la felicidad en los demás”.
Sobre las razones que lo llevaron a dudar sobre su identidad dijo: “No sé exactamente qué era”.“He tenido una vida feliz y me han pasado muchas cosas maravillosas y hoy vivo otra parte maravillosa de la vida”, dijo ante una sala atiborrada de periodistas en la sede de la ONG Abuelas de Plaza de Mayo en Buenos Aires.
“Tenía ruidos en mi cabeza, cosas que no me encajaban, que me trajeron hasta acá”, reveló el músico criado como Ignacio Hurban, en el campo de Olavarría, 350 km al sudoeste de Buenos Aires.
“Entre esas piezas que no encajaban estaba mi afición por la música”, dijo este hombre con serenidad e incluso con manejo del humor para distender el clima de una conferencia de prensa que se preveía conmovedora.
En estos dos días se enteró de que su abuelo y su padre biológico eran músicos amateurs y otros en su familia materna.
Ignacio Hurban contó sin dar detalles que se enteró de que era adoptado hace dos meses y “de ahí viene un proceso un poco complejo, como se imaginarán”, dijo antes de bromear cuando describió la locura alrededor de la llamada que el martes le anunció que era el nieto de Estela de Carlotto.
“Estoy conmocionado, hace muy poco que me pasó esto. Me parece maravilloso. Espero que esta situación que me pasó a mí sirva para esta búsqueda”, repitió varias veces.“Me pueden decir ‘Pacho’, o Ignacio”, insistió el músico, y agregó que entiende que hay una familia que “hace más de 35 años” que lo “está nombrando de esa manera, Guido”.
Laura Carlotto y Oscar Montoya eran pareja sin que sus familias lo supieran y engendraron un niño poco antes de ser secuestrados y asesinados por el régimen en 1978, que entregó luego sus cuerpos a sus respectivas familias.
El niño, que Laura llamó Guido, fue arrebatado cinco horas después de nacer en un centro clandestino de la dictadura y entregado a unos campesinos que lo criaron en Olavarría, 350 km al sur de Buenos Aires.