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martes, 1 de diciembre de 2015

Japón retoma la caza de ballenas pese a la indignación internacional

La flota ballenera japonesa partió el martes hacia la Antártida para reanudar la caza de estos mamíferos después de un paréntesis de un año, lo que provocó críticas por parte de Australia, así como de su aliado clave Estados Unidos.
Japón pretende cazar más de 300 ballenas antes de que termine la temporada el año que viene y cerca de 4.000 durante los próximos 12 años como parte de un programa científico para la investigación de estos animales.
La Corte Internacional de Justicia (CIJ) dictaminó el año pasado que Japón debía detener la caza de ballenas en el Océano Antártico y una Comisión Ballenera Internacional dijo en abril que el país todavía debía justificar su necesidad de matarlas.
Sin embargo, Tokio ha recalculado su plan de caza establecido para temporada 2015/16 reduciendo el número de ballenas de la raza minke hasta 333, dos tercios menos que en temporadas anteriores.
"El año pasado, lamentablemente, con el dictamen de la CIJ no pudimos cazar ballenas", dijo Tomoaki Nakao, alcalde de Shimonoseki, ciudad situada al oeste del país, donde se ubica la flota ballenera y que ocupa una parte del distrito electoral del primer ministro japonés, Shinzo Abe.
"No hay un día más feliz como el de hoy", dijo Nakao a la tripulación en una ceremonia celebrada antes de partir.
Japón, que desde hace tiempo sostiene que la mayoría de las especies de ballenas no están en peligro de extinción y que comer su carne forma parte de su cultura alimentaria, empezó con la denominada "caza científica" en 1987, un año después de que entrara en vigor una moratoria internacional sobre la caza de ballenas.
La carne de ballena termina vendiéndose en las tiendas, aunque la mayoría de los japoneses no la consumen.
Activistas medioambientales condenaron la decisión de Japón. "Es completamente inaceptable que el Gobierno japonés ignore a la Corte Internacional de Justicia", lamentó en un comunicado Junichi Sato, director ejecutivo de Greenpeace en Japón. Reuters