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lunes, 14 de marzo de 2016

NACIONALES

La obra “La cena de los idiotas” más allá de la crítica teatral

 Esta obra en Venezuela, ha tenido gran acogida por el público desde su estreno, razones múltiples acompañan éste recibimiento. El texto dramatúrgico bajo la autoría del francés Francis Veber, fue tomado en consideración por el colectivo teatral Grupo Actoral 80 y lo dirige el dedicado y acertado director, Héctor Manrique.
Esta obra, en su versión original, ha dado la vuelta al mundo no solamente en las tablas, sino con la aclamada película escrita y dirigida por el mismo Veber.
Su argumento refleja a un grupo de hombres exitosos que se reúnen para cenar. Cada uno de ellos invita todo los miércoles a esta velada, a la persona que consideran “más idiota”, para reírse de el sin que esta lo sepa.
La cena de los idiotas cuenta con las actuaciones de Vicente Pérez, Daniel Rodríguez, Angélica Arteaga, Vicente Peña y Wadih Hadaya. La música está a cargo de Jacky Schreiber, la iluminación es responsabilidad de José Jiménez y el vestuario de Eva Ivanyi. En el cual se logra leer un esfuerzo, por el acertado estilo contemporáneo: la revisión cromática que plasma en torno al espacio escénico y el cierto guiño de la moda actual.
La versión original de esta obra fue estrenada en 1993 en Paris, el 18 de Septiembre, en la sede del Theatre des Varietes, alcanzando reconocimiento, por igual desde su estreno. Para aquel momento, la dirección de Pierre Mendy estuvo acompañada por el reparto: Jacques Villeret, Claude Braseur, Michel Robe y Cecile Pallas.
En este montaje de Marzo 2016, en Venezuela, coloca en el tapete que el sofisticado editor francés se convierta en un hombre directo, latino, visceral, criollo hasta cierto punto.
El idiota, como Veber lo planteaba, desarrolla su historia como un virtuoso en el arte de los desatinos. Ese hilo argumental tomado en consideración por el director Héctor Manrique, respeta el texto, aunque se permite ciertas libertades adaptativas.
Una visión que se impone por su agilidad y ritmo estrepitoso, propio de una comedia de enredos. Sólo falta observar el adecuado planteamiento interpretativo de Daniel Rodríguez, (Pedro Viloria- el editor), el cual parece ser el procreador de un impulso orquestado, sistematizado y fundamentado como pilar sustantivo, de su propio trabajo de interpretación.
Logrando a la vez dinamizar, el elocuente trabajo y vivaz resultado, de Juan Vicente Pérez como Benito Pinto- el idiota.
Este último representa, en la obra original de Francis Veber, a su personaje Pignon, el cual demuestra que es un tipo que lo escogen los otros al azar; y se ve inmerso en una aventura que lo supera.
La interpretación que hace Juan Vicente Pérez, reconoce por sus valores interpretativos, pero al mismo tiempo, este personaje permite mostrarnos su trascendencia y valor como ser humano.
El director Héctor Manrique por otro lado, considera a partir del texto dramatúrgico, que hoy en día el espectador está acostumbrado al “zapping”, por lo cual no se preocupa por excesos explicativos en su puesta en escena.
“Si bien la obra la ubicamos en Caracas, no hay ningún elemento que la particularice. Respetamos el texto completamente. Cambiamos a nuestras formas particulares de expresión pero conservando la esencia que el autor propone. No es gratuito que este texto se estudie en clases de dramaturgia, para ejemplificar, la estructura perfecta de la comedia de situaciones”,
“Si regresamos a esta obra es por una razón esencial: nos gusta, nos divierte, nos conmueve”, a partir de esto aparece la lección de la pieza: Cómo miramos sin misericordia en los demás lo que de nosotros es despreciable. La obra es fundamentalmente un canto a la tolerancia, al respeto por los demás, por muy distintos que creamos que son de nosotros”.

¿Qué verá el espectador?

El espectador conciliará opiniones acerca de un trabajo depurado, propio de la comedia contemporánea, en la que es imposible no disfrutarla y reírse sin censura. Un resultado que responde a un meticuloso esfuerzo artesanal, en el texto para la interpretación.
La inteligente respuesta, nos asoma en el subtexto una crítica a la sociedad, en la cual no es común identificar fácilmente quien es el idiota o tonto, o quien solamente lo parece y nos enseña…
Porque los “yupis” en cualquier sociedad del mundo, son intolerantes, plenos en complejos, egocéntricos, no logran alcanzar a ver su verdadero grado de idiotez. En definitiva un hombre comienza a ser la víctima, cuando recibe un poco de su propia medicina.
El resto del casting, reposa en las figuras de: Angélica Arteaga, quien ejecuta dos roles Cristina y Marlene. Yuxtapuestos en su universo y construcción, cada uno de ellos, logrados en lo individual y como coro escénico, son un manifiesto de acierto y alcance con el público, sobretodo en el rol de Marlene, la deliciosa lunática, holística y profusamente femenina, aliada del amor idealizado.
Vicente Peña, también encarna dos roles: “El Dr. Parada y Lucas”, ambos de acertado brillo y robustez interpretativa, más redondo para un servidor, en el de “Lucas”. Por último Wadin Hadaya, como justo Briseño, enmarcado en “Dandy contemporáneo”, estilizado en sus gestos, educado en su personaje. Balacea cada escena, sin estridencias interpretativas.
La escenografía, un alarde en sí misma, por el buen gusto y estilo: esculturas de Orlando Campos, obras del fallecido caricaturista Pedro León Zapata, generosamente donadas por el artista al Grupo Actoral 80, en el estreno de esta producción en 2004. Además de un escrito que estará impreso en el programa de mano de esta nueva temporada.
El público tendrá la oportunidad de disfrutar de La cena de los idiotas, hasta el domingo 1º de mayo, con funciones los viernes a las 7:00 pm., y los sábados y domingos a las 6:00 pm., en el PH del Centro Cultural BOD, en La Castellana.