El Secretario General de la ONU y el Alto Comisionado para los Derechos Humanos condenaron enérgicamente el bombardeo de dos campamentos de desplazados en Siria y advirtieron que podría tratarse de un crimen de guerra.
Según informes preliminares aportados por personal de emergencia, los ataques perpetrados el jueves en la localidad de Sarmada, Idlib, cerca de la frontera noroeste con Turquía, causaron la muerte de unos 30 civiles, entre ellos varios niños y dejaron decenas de heridos.
En un comunicado, Ban Ki-moon urgió al Consejo de Seguridad de la ONU a recordar a todas las partes del conflicto que los responsables de ese tipo de atrocidades deberán rendir cuentas, y le pidió referir el caso de Siria a la Corte Penal Internacional (CPI).
Asimismo, indicó que la ONU y sus socios humanitarios se encuentran en el terreno evaluando las necesidades y movilizando la respuesta para las familias que huyeron de los campamentos por miedo a nuevos bombardeos.
Por su parte, el Alto Comisionado, Zeid Ra'ad Al Hussein, afirmó que su Oficina, en coordinación con otras organizaciones, hará todo lo posible por investigar y encontrar evidencias de lo que parece ser un crimen contra la humanidad calculado e infame contra un grupo de personas en total vulnerabilidad.