Sandro Rosell, presidente del Barcelona, confiesa que la asignatura pendiente que tiene su equipo es mejorar la comunicación. Pero, añade, hacen más que hablan, "porque en la vida son más importantes los hechos que las palabras". Así que actuó discretamente cuando la Cope acusó a los médicos y futbolistas del Barça de dopaje basándose en supuestas fuentes del Madrid e impuso una demanda; y denunció ante la UEFA las críticas vertidas por el técnico, José Mourinho, cuando insinuó la existencia de favores arbitrales que habían beneficiado al equipo de Pep Guardiola.
Sin embargo, ningún responsable del club dijo nada. Apenas se salió del guión Gerard Piqué el día que el equipo celebraba la consecución de la cuarta Champions: "Nosotros ni nos drogamos, ni nos tiramos, ni compramos a los árbitros; solo jugamos al fútbol". Rosell aplazó hasta ayer la respuesta "por responsabilidad social y deportiva", explicó, pues aún tenían que jugar en Valencia la final de la Copa del Rey de fútbol y había muchas posibilidades de que la final de la Liga ACB enfrentara también a los azulgrana con los madridistas. Si bien se reservó el derecho a la pataleta.
Y la réplica llegó, finalizada la temporada y dirimidos todos los duelos en el terreno de juego, en modo de advertencia al Real Madrid: "Hay situaciones que no se pueden volver a repetir. Si los límites de la deportividad se vuelven a sobrepasar estaremos obligados a romper nuestras relaciones institucionales, algo que no deseamos. Pero no nos temblará el pulso llegado el caso". Rosell lamentó que la Cope, a quien el club ha demandado, citara de manera reiterada el nombre del Madrid como fuente y origen de las acusaciones de prácticas de dopaje: "Justificaban el extraordinario rendimiento deportivo de nuestro equipo señalando de manera miserable a nuestros médicos y deportistas". Algo que el club que preside Florentino Pérez no desmintió en el mismo día y tampoco llevó a sus responsables a los tribunales.
Además, Mourinho manifestó que el entrenador del Barça, Pep Guardiola, debería sentir "vergüenza" por alguna de sus victorias y acusó al club de conseguir títulos "gracias a una suerte de complot estatal e internacional", señaló Rosell. El Barcelona se defendió con una denuncia ante la UEFA. "La respuesta del Madrid fue denunciar a ocho de nuestros jugadores de conductas antideportivas e incluso de racismo", sostuvo Rosell. Pero no se salieron con la suya, recordó. "Hay que mantener las formas".
"Las acusaciones han sido premeditadas y solo tenían un objetivo: conseguir fuera del campo lo que no podían conseguir dentro de él", añadió el presidente azulgrana. La ofensa no tiene consecuencias, al menos no de momento -"queremos dar una segunda oportunidad", explicó el presidente-, pero no se olvida: "Hay que denunciar lo que ha pasado y que no se vuelva a repetir".
Hecha la advertencia, Rosell se dispuso a hablar de deporte. "¿Quién no quiere venir al Barça?", se preguntó respecto al posible fichaje del jugador del Arsenal Cesc Fàbregas. En caso de que al Barcelona le interese el jugador, lo que dijo desconocer porque de eso se encarga Andoni Zubizarreta, subrayó, para sorpresa de los presentes: "El club no tirará la casa por la ventana". Disponen de 45 millones -más las ventas que se puedan llegar a hacer- para los fichajes. Y, a tenor de las palabras del presidente, deben sobrarle para traer al de Arenys de Mar de vuelta al club en el que se formó. "El año pasado ofrecimos 40 millones por Cesc. Un año después, tras la amortización del jugador, ya no vale 40 millones".
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