Todo empezó cuando una noche le pidió a su amigo que le enterrara vivo para demostrar su valentía y poner a prueba su resistencia. La policía ha anunciado este miércoles que desgraciadamente este hombre, un habitante de Blagovéshchensk, en la frontera con China, ha fallecido.
"Según su amigo, el joven de 35 años quería ver cuánto aguantaba enterrado vivo" y pidió ayuda a su amigo para realizar este "experimento", declara Alexeï Loubinski, miembro del comité de encuestas locales.
Los dos individuos cavaron una fosa en el suelo de un jardín y utilizaron una especie de ataúd con tubos verticales para que el enterrado pudiera respirar. La víctima se metió en el ataúd con tan solo una manta, una botella de agua y un teléfono móvil. Después, el amigo recubrió la tumba con 20 centímetros de tierra. Al día siguiente, cuando desenterró al treintañero, se dio cuenta de que había muerto.
Según Loubiski, durante esa noche hubo intensas precipitaciones en la región, lo que pudo obstruir los tubos que le permitían respirar.
No es la primera vez que algo así sucede. El verano pasado un habitante de Vologda murió asfixiado tras ser enterrado voluntariamente para "deshacerse del miedo a la muerte".
-AFP-
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