(AFP) - Desde su infancia en la que tomaba la batuta y pedía a su mejor amigo que “hiciera de público de mil personas”, hasta su presente como uno de los directores de orquesta más aplaudidos, la primera biografía de Gustavo Dudamel revela la vida del prodigio venezolano de 30 años.
Para Dudamel, los mayores escenarios mundiales en los que es aclamado hoy, y los cacharros con los que jugaba de niño a ser músico en el “apartamentico de 60 metros cuadrados” en el que creció junto a sus padres y abuelos paternos en Barquisimeto (oeste), forman parte del mismo mundo.
“Ahí yo hacía viajes interestelares: me iba de Mahler y Beethoven a Héctor Lavoe y Tito Rodríguez y saltaba a Bach“, recordó el actual director musical de la prestigiosa Filarmónica de Los Angeles en la presentación el martes por la noche en Caracas de su biografía “Gustavo Dudamel, la sinfonía del barrio”.
“De repente podía estar agarrando unas latas rojas, unos cascos de construcción de mi tío y unos palos de los ganchos para la ropa y me ponía a tocar. Ese era mi mundo, y lo sigue siendo”, continuó Dudamel, junto a su esposa, la ex bailarina Eloísa Maturén, con quien tuvo su primer hijo en abril.
Su biógrafo, el escritor venezolano José Pulido, corroboró esa fusión de etapas que se percibe en el carácter y el trabajo de Dudamel: “Verlo ensayar o dirigir es como estar en un túnel del tiempo; en sus gestos se mezclan el niño, el adolescente y el adulto”, subrayó.
A partir de entrevistas, Pulido pone al descubierto con estilo ameno y tono entrañable a un niño cautivado por los ensayos diarios de su padre con el trombón y extremadamente permeable a los consejos de su abuelo, Honorio.
“Él fue quien se dio cuenta del genio que tenía. Le decía a Gustavo: ‘Tú vas a ser grande en lo que hagas y lo único que te pido es que seas humilde”, dijo a la AFP Pulido, quien se encerró durante dos meses de frío invierno en Albania para escribir la biografía, por ahora disponible en Venezuela, donde el director es un icono mediático y un símbolo de orgullo nacional.
“Descubrí el libro casi ya al final. Yo nunca escucho mis grabaciones, me da miedo, y me da cosa leer algo que ha sido escrito sobre mí”, explicó Dudamel, satisfecho a la vez porque la obra refleje que fue un niño que hizo “de todo”.
“La gente cree que a mí me encerraron en un cuarto y me pusieron a escuchar música”, agregó el director, estandarte del “Sistema” de orquestas juveniles fundado en 1975 por el director y economista venezolano José Antonio Abreu y dirigido a menores de clases desfavorecidas para alejarlos de la violencia o la droga.
Abreu lo descubrió a los 12 años, pero la carrera meteórica de Dudamel ya había empezado a los seis, cuando “ponía un disco y le decía a su mejor amigo Israel: ‘Siéntate allí, que hoy vas a ser un público de mil personas para mí’, y él empezaba a dirigir”, relató Pulido.
Dudamel podría haber sido violinista -”es el mejor que ha tenido el país”, opinó su biógrafo-, pero la indisposición antes de un recital en Italia de un director de la Simón Bolívar, que reunía a los mejores músicos de las orquestas regionales del “Sistema”, cambió definitivamente su destino.
“Él era el concertino (primer violín) y Abreu se le acercó y le dijo que como no tenían director, él iba a dirigirlos. Más tarde, Abreu dio la noticia de que Gustavo sería el director formal de la Simón Bolívar. Los muchachos no podían creerlo porque esperaban un director viejo, veterano” y no a un joven de 18 años, según Pulido.
Doce años después, Dudamel, a quien su padre, Óscar, describe en la biografía como “un director de música académica extremadamente latino”, ha sido reconocido como el mejor artista de 2011 por la reputada revista británica Gramophone y arranca ovaciones entre el público más exigente y el menos conocedor.
Pulido, ante las constantes exclamaciones que escucha estos días como “¡Tan joven y ya tiene una biografía!”, además de la película “Dudamel: el sonido de los niños” (2011) del cineasta venezolano Alberto Arvelo, no dudó al responder: “¡Tan joven, y ya mueve el mundo!”.