Sin embargo, las nuevas tecnologías aplicadas a la estética han supuesto toda una revolución en el campo, también para ellos. Los métodos de fotodepilación suelen ser los más populares por su condición permanente o definitiva.
La teoría: la energía que contiene el haz de luz o láser es captada por el pigmento natural del pelo (la melanina) y convertida en calor. Este calor quema la matriz germinativa del pelo, que no vuelve a salir. Los tratamientos se repiten en el tiempo de forma progresiva hasta que el pelo desaparece totalmente, y su duración depende mucho de las áreas a depilar: de este modo, zonas pequeñas como ingles o axilas no precisarían de más de 10 minutos de exposición, mientras que la espalda podría requerir hasta una hora.
La cantidad de sesiones requeridas depende también de lo fuerte y oscuro que sea el vello, algo que depende de la acción hormonal de la testosterona, aunque lo más habitual es que no pase de diez sesiones, espaciadas de cuatro a seis semanas.
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