La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, concluyó hoy su primer viaje oficial a la India, con una visita privada al Taj Mahal, en la ciudad de Agra, antes de partir a su país.
Durante su estancia de cinco días en el subcontinente indio, Rousseff asistió además a la cuarta cumbre del grupo de potencias emergentes BRICS, que agrupa a Brasil, India, China, Rusia y Sudáfrica.
La visita de la mandataria brasileña ha servido para afianzar la relación bilateral con la India, un país con el que Brasilia quiere unir fuerzas en el escenario global para aumentar el peso de ambos en los organismos internacionales de toma de decisiones.
"Hemos emergido como nuevos polos de crecimiento en la economía global (...) y acordado aumentar nuestras consultas sobre la reforma de la gobernanza internacional", dijo ayer el primer ministro Singh en su comparecencia conjunta con Rousseff.
Rousseff calificó como "fundamental" su alianza con la India para influir en la agenda internacional, y citó organismos financieros como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional entre los foros en los que ambos países buscan reforzar su presencia.
La presidenta brasileña también abogó por buscar "nuevas oportunidades" de negocio entre ambos países y elevar su intercambio comercial hasta 15.000 millones de dólares en 2015, frente a los 9.200 millones de dólares registrados el año pasado.
La cumbre de los países BRICS giró también en torno al reforzamiento del peso de las potencias emergentes en las instituciones internacionales, y de impulso a los lazos económicos entre los cinco estados del grupo.
En esta línea, los BRICS acordaron estudiar de aquí a un año la creación de un banco de desarrollo para financiar proyectos propios, y firmaron dos acuerdos de crédito, entre ellos uno que valida el uso de monedas locales.