"Ya sé que estuvisteis con Merkel, me lo ha comentado”. Fue el saludo, un tanto irónico, de Mariano Rajoy, al tiempo que daba la mano, a Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo cuando estos entraron la mañana del jueves al despacho del presidente en La Moncloa. “Pues sí, hemos podido explicarle a ella antes que a ti los acuerdos firmados con la patronal”, le espetaron con el mismo sarcasmo. Habían sido convocados con urgencia el día anterior y tuvo que ser después de que se reunieran con Merkel.
Los secretarios generales de UGT y Comisiones Obreras se habían reunido, en efecto, con la canciller alemana el 5 de julio en Berlín a petición propia y ante el desprecio que estaban sufriendo por el presidente del Gobierno de su país, que después de seis meses en el cargo no había dado respuesta alguna a las peticiones sindicales. Aunque fuentes de La Moncloa sostienen que Rajoy tiene organizada su agenda, la mediación de la canciller fue clave para la cita del jueves.
Toxo y Méndez habían solicitado a mitad de junio la reunión con Merkel a través de su homólogo de la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB, en sus siglas alemanas), Michael Sommer, que, desde la discrepancia, mantiene una “estima personal” y “un buen clima” en las relaciones con Merkel. La calidad de presidente de la Confederación Europea de Sindicatos (CES) de Toxo, al que le toca por turno, facilitaba el encuentro; pero, sobre todo, influyó el interés mostrado por la propia Merkel por aprovechar la oportunidad que le daban los sindicatos de conocer desde otras voces la realidad española que tantas preocupaciones le está causando en los últimos meses.
Merkel citó a los dos líderes sindicales en su amplio despacho de la Cancillería, un edificio moderno cuyo patio de honor está presidido por una estatua de Eduardo Chillida que representa la reunificación de Alemania. Allí llegaron con puntualidad teutona los dos sindicalistas a las 11 de la mañana acompañados por Sommer, que también asistió a la reunión. Habían aterrizado en Berlín el día anterior, lo que les había permitido preparar con sus anfitriones la cumbre sindical que se celebrará casi en paralelo a la hispanoalemana prevista para los primeros días de septiembre en Madrid. Asimismo, pudieron llegar relajados a la reunión con Merkel después de haber paseado por las míticas Unter den Linden y Puerta de Brandenburgo de la capital alemana.El objetivo inicial de los sindicatos era que el encuentro se produjera antes de la cumbre europea de finales de junio para dar a conocer a la canciller su visión de la situación española. La agenda de Merkel impidió que se vieran antes de dicho evento, en el que se aprobaron unas ayudas de hasta 100.000 millones de euros para rescatar a la banca española; pero sí lograron que fuese pocos días después. Merkel pidió que lo mantuvieran en secreto, condición que los dirigentes de UGT y CC OO respetaron escrupulosamente. Trascendió tras el encuentro con Rajoy y por otros cauces.
La canciller, tras ofrecer a los presentes un café y un refrigerio y detenerse en una gran foto conmemorativa del 20º aniversario de la caída del Muro en la que aparecen Helmut Kolh, Mijail Gorbachov y George Bush (padre), los tres principales protagonistas de aquel hecho histórico, entró en seguida en materia. Méndez y Toxo le entregaron un resumen, escrito en alemán, de los acuerdos firmados por los sindicatos y la patronal sobre pensiones y salarios y flexibilidad interna que no habían podido entregar a Rajoy. El primero, de tiempos del Gobierno de Rodríguez Zapatero, y el segundo, del pasado enero, ya con aquel en La Moncloa.El encuentro estaba perfectamente minutado: una hora de duración. Sin embargo, se extendió casi un cuarto de hora más, lo que demuestra la preocupación por España y el crédito que concede a los sindicatos españoles. Merkel, vestida con uno de sus típicos trajes chaqueta, en este caso gris, acudió con tres miembros de su staff (muy jóvenes los tres), así como una traductora, cuyo dominio del español era tan perfecto y sin acento que confundió a los invitados sobre su origen. Era alemana.
Merkel lo valoró y reconoció que ignoraba el alcance de esos pactos, quizá porque nadie se lo había explicado ni a ella ni a su gente. En todo caso, los sindicatos trataban de desmontar la imagen sobre ellos que se haya podido transmitir desde el Gobierno de Rajoy, que tiene el dudoso honor de haber sido el presidente español al que antes le han convocado una huelga general.
Todavía entonces no se habían anunciado las medidas de ajuste que el Gobierno aprobaría semanas después, en gran parte tomadas por la presión de Alemania, y que han envalentonado a los sindicatos, que encuentran motivos suficientes para convocar otra huelga general, y también a la población en general. La canciller también preguntó por las dificultades presupuestarias de las autonomías, sobre las que los dos sindicalistas se esforzaron por desarticular la leyenda negra que se ha trazado últimamente sobre ellas.Merkel, que llevó el peso de la reunión, estuvo muy interesada por la opinión sobre los problemas de España y sobre las reformas emprendidas por Rajoy, cuyo apoyo reconoció. La respuesta, que esperaba, fue negativa. Los dirigentes sindicales le subrayaron que las reformas no van a solucionar los problemas ni mejorar el crecimiento económico y que la reforma laboral, en concreto, no va a suponer ninguna solución para crear empleo y reducir el paro.
También hablaron de las protestas mineras y apenas profundizaron en el rescate y la posibilidad de intervención a España, quizá por el hecho de que solo hacía unos días que se habían aprobado las ayudas al sector financiero, del que Merkel sí recabó pareceres. Los sindicatos destacaron que esperaban que fluyera pronto el crédito en España para desatascar el bloqueo del consumo, aunque se mostraron incrédulos sobre la eficacia inmediata. Por otra parte, reseñaron la importancia de acabar con el problema de la deuda y reducir la prima de riesgo con la alemana. Sommer, que apenas intervino, defendió la aportación alemana a los rescates europeos y se preocupó por la amenaza de que los jóvenes españoles se conviertan en “una generación perdida”.
No hubo promesas de ningún tipo por parte de ningún implicado. La canciller aseguró que no se inmiscuiría en asuntos políticos internos españoles pero apoyaría el diálogo social en Europa. Sobre la reunión portavoces de la Cancillería aseguran que Merkel se reúne “regularmente” con agentes sociales, también procedentes de otros países. Estas reuniones tienen carácter “reservado”, de modo que el Gobierno no comenta oficialmente su contenido ni sus circunstancias. No obstante, en Berlín se nota cierta preocupación por que el encuentro pudiera haber molestado en Moncloa.