La Organización de Estados Americanos (OEA), a través de su Comisión Interamericana de la Mujer, ha acompañado la evolución del tema de género desde sus orígenes. En estos años, hemos tenido la responsabilidad y el privilegio de constituirnos en un espacio multilateral de encuentro, discusión y aprendizaje colectivo. Este año celebramos 20 años desde la adopción de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém Do Pará) por la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (junio de 1994). Este acuerdo histórico ha sido ratificado por 32 de los 34 Estados Miembros de la OEA, mismos que participan activamente en el Mecanismo de Seguimiento de la Convención (MESECVI).
Desde su adopción, los 32 Estados Parte de la Convención de Belém Do Pará han realizado importantes esfuerzos para avanzar en la construcción de una región más justa, equitativa e igualitaria para mujeres y hombres. Esto incluye la participación de cada vez más mujeres en la toma de decisiones y la formulación de políticas, incluyendo al nivel más alto. En la región, cinco países han adoptado medidas concretas para asegurar la paridad de género en distintos niveles de los poderes y las instituciones del Estado, y cada vez más países se han comprometido a la implementación efectiva de sus leyes de cuota y otras medidas de acción afirmativa. Esto es un paso histórico en el fortalecimiento de nuestras democracias.
Sin embargo, aún queda mucho por hacer: las altas cifras de violencia y la multiplicidad de formas en que se expresa contra niñas, adolescentes y mujeres en la región, hacen evidente la necesidad de profundizar esos esfuerzos. (Como destacan los últimos informes entregados por los Estados al MESECVI).
Aunque importantes, los esfuerzos de los Estados para cuantificar la violencia contra las mujeres han sido aislados y coyunturales. Esto ha repercutido no sólo en la capacidad operativa de los Estados de dimensionar la realidad del problema y abordarlo de manera efectiva, sino también en la capacidad de los órganos regionales para medir el impacto progresivo de las políticas públicas ejecutadas desde la entrada en vigor de la Convención y así, optimizar su aplicación e impacto.
Es por ello por lo que el año pasado el MESECVI, con la participación de los Estados Parte de la Convención y con el apoyo del Gobierno de Canadá, desarrolló un Sistema de indicadores de progreso para la medición de la implementación de la Convención de Belém do Pará. Al partir de un enfoque de derechos, este sistema dará cuenta sustantiva de la capacidad de las mujeres de ejercer su derecho a una vida libre de violencia y del impacto real de las leyes integrales, políticas y programas nacionales.
En estos momentos históricos de reflexión critica, la Convención Belem do Para y su mecanismo de Seguimiento, MESECVI, continúa siendo para la región, la carta de navegación base en la búsqueda de la equidad, como referente hemisférico en la prevención, sanción y erradicación de la violencia contra las mujeres.
OEA