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viernes, 17 de octubre de 2014

El Congreso examina la respuesta de EE UU al ébola

¿Se aplicaron los protocolos de seguridad correctos en el hospital de Texas donde se diagnosticó el primer caso de ébola en Estados Unidos? ¿Estaba el personal médico lo suficientemente protegido y entrenado? ¿Se está haciendo lo suficiente para impedir que lleguen nuevos casos al país?
Como tantos ciudadanos, el Congreso de Estados Unidos tenía muchas preguntas sobre la respuesta de las autoridades a la epidemia de ébola que ya ha llegado a territorio norteamericano y para contestarlas sentó este jueves en el banquillo a los máximos responsables de contener el brote, entre ellos el director del Centro de Control de Enfermedades (CDC), Tom Frieden.
Las respuestas no difieren sin embargo demasiado de lo que se ha venido afirmando hasta la fecha tanto desde la Casa Blanca como de los organismos sanitarios al frente de la respuesta médica: que se pueden hacer las cosas mejor y que se están adecuando los protocolos y respuestas, sí. Que se puede impedir la llegada de nuevos casos mediante prohibiciones de viaje, no. Que para detener un brote en EE UU hay que frenar la expansión del ébola en África Occidental, sin duda.
“Una de las cosas que más miedo me dan del ébola es que se pueda diseminar más aún por África, porque si esto ocurre, entonces se podría convertir por mucho tiempo en una amenaza a nuestro sistema de salud y a los cuidados sanitarios que podemos proporcionar”, advirtió Frieden nada más comenzar las tres horas de duras preguntas y cuestionamientos de los congresistas.
Por su parte, un alto responsable del Hospital Presbiteriano de Dallas, Texas, el doctor Daniel Varga, admitió ante el panel que se cometieron “errores” con el primer caso de ébola diagnosticado en EE UU, Thomas Eric Duncan, quien murió hace una semana.
“Desafortunadamente, en nuestro tratamiento inicial de Duncan, pese a nuestras mejores intenciones y a contar con un equipo médico altamente cualificado, cometimos errores. No diagnosticamos correctamente sus síntomas. Lo sentimos profundamente”, declaró desde Texas al panel.
Errores en el diagnóstico, así como una ruptura del protocolo de seguridad -aún no identificada- entre los trabajadores que lo cuidaron cuando ya fue puesto en aislamiento, son los que han dado pie a la infección de dos de las enfermeras que lo trataron, Nina Pham y Amber Vinson.
El hecho de que esta última tomara un avión comercial con 132 personas a bordo cuando ya tenía algo de fiebre -aunque el CDC le dio el visto bueno para seguir su viaje dado que no llegaba al umbral de temperatura marcado, de 38 grados centígrados, algo ahora en revisión- ha incrementado la preocupación en todo el país.
La compañía aérea Frontier ha decidido dejar en tierra a seis miembros de la tripulación que trabajaron en ese vuelo de Cleveland, Ohio, a Dallas. Tres escuelas de Belton, Texas, cancelaron este jueves sus clases para “limpiar y desinfectar a fondo” los edificios y autobuses escolares, dado que dos estudiantes del distrito estaban a bordo del avión que tomó Vince cuando ya tenía algo de fiebre.
“Me frustra el no haber sido informados hasta tarde en la noche de que el CDC estaba reevaluando el riesgo para la salud” de los pasajeros de ese vuelo, criticó la superintendente del distrito, Susan Kincannon, al anunciar durante la noche el cierre preventivo de los colegios.
Varios centros escolares de Cleveland también cerraron porque un empleado del distrito viajó en el avión -aunque no en el mismo vuelo- que Vinson.
Además, mientras Frieden y otros altos funcionarios respondían bajo juramento en el Capitolio a las preguntas de los congresistas, elHospital de Yale-New Haven, en el Estado de Connecticut, anunciaba que está tratando a un paciente con síntomas similares al ébola cuyo diagnóstico sin embargo no ha sido aún confirmado. Se trata de un estudiante de epidemiología de la Universidad de Yale que recientemente regresó de Liberia, aunque los médicos dijeron confiar en que no se confirmará que padece el virus.
La enfermera Vinson, de 29 años, fue trasladada la pasada noche desde Dallas al Hospital Emory de Atlanta, donde fueron atendidos dos de los tres ciudadanos estadounidenses repatriados que han superado el ébola en EE UU tras contraerlo en Liberia.
La primera sanitaria infectada, Nina Pham, será trasladada por su parte al hospital especializado del Servicio Nacional de Salud en las afueras de Washington.
Consciente de la preocupación nacional ante los nuevos casos de ébola, el presidente estadounidense, Barack Obama, canceló este jueves por segundo día su agenda para supervisar en persona la crisis.
Frieden por su parte aseguró en el Congreso que el gobierno está dispuesto a estudiar cualquier mejora en la seguridad que se proponga, pero una vez más rechazó de forma contundente la idea de que prohibir los vuelos desde los países más afectados sea una manera eficaz de contener el contagio en EE UU. Todo lo contrario, advirtió.
“Ahora mismo, sabemos quién está entrando” en el país, señaló. Sin embargo, si se emite una prohibición de viaje desde Liberia, Guinea o Sierra Leona a EE UU, lo más probable es que los que quieran realizar el viaje lo hagan a través de terceros países, algo nada difícil en vista de lo “porosas” que son las fronteras en esa región.
Y ello, subrayó Frieden, complicaría extremadamente el seguimiento en EE UU de posibles casos porque “no seremos capaces de controlar que no tienen fiebre antes de volar, no podremos controlar que no tienen fiebre al llegar, tampoco podremos hacer un historial detallado (a su llegada) para ver si han sido expuestos” y tampoco se podrá vigilar en caso necesario a los contactos que hayan mantenido.
EL PAIS