Rusia prepara a marchas forzadas un paquete de represalias económicas contra Turquía por el derribo el martes pasado de un bombardero ruso Su-24 en la frontera turco-siria, ataque que el Kremlin calificó hoy de "reto sin precedentes".
"El presidente (Vladímir Putin) se ha movilizado al máximo, al nivel que exigen las circunstancias. Las circunstancias no tienen precedentes. A Rusia se le ha lanzado un reto sin precedentes", dijo a la televisión el portavoz del jefe del Estado ruso, Dmitri Peskov.
Agregó que la reacción de Rusia, que ha exigido disculpas, compensaciones y castigo a los culpables del derribo del avión, "se corresponde" con la magnitud del desafío.
Según adelantó el viceprimer ministro Arkadi Dvorkóvich, el Gobierno debía recibir hoy una batería de propuestas concretas de los diversos ministerios sobre las restricciones que se impondrán a los vínculos económicos y humanitarios con Turquía.
Aunque de momento se desconoce el detalle de las medidas, ya el pasado jueves el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, explicó que se trata de "implantar limitaciones o prohibiciones" a las actividad comercial de las compañías turcas en el territorio de Rusia.
El jefe del Gobierno, que dio ese día un plazo de 48 horas para elaborar el paquete de sanciones, indicó que este incluirá un veto parcial o total a las importaciones procedentes de Turquía, incluidas las de alimentos, así como a la contratación de trabajos o servicios con las empresas turcas.
Según Medvédev, también podrían verse afectados importantes proyectos de inversiones.
"Desde luego, procuraremos resguardar un equilibrio de intereses, a fin de que las compañías rusas que trabajan con el mercado turco no sufran grandes pérdidas", explicó el ministro de Economía ruso, Alexéi Uliukáyev.
Por lo pronto, Rusia ya anunció que suspenderá a partir del 1 de enero de 2016 el régimen de exención de visados con Turquía y ha recomendado a los rusos que no viajen a ese país y a los que ya se encuentra allí, que regresen cuanto antes.
El acuerdo de exención de visados fue suscrito por los gobiernos de ambos países en 2010 y entró en vigor en abril de 2011, lo que disparó el flujo de turistas rusos a Turquía, que se convirtió en su segundo destino tras Egipto.
Según Rusia, si sus ciudadanos dejan de viajar a Turquía el sector turístico de ese país perderá hasta 10.000 millones de dólares anuales, cifra equivalente al superávit turco en el intercambio comercial entre ambos países.
Medvédev señaló que las restricciones que impondrá Moscú a Ankara serán indefinidas, y su plazo de vigor "dependerá de la situación internacional" y de "cómo se desarrollen las relaciones con Turquía".EFE