Cansado de la violencia que vive su país, un sacerdote de la iglesia de Acatlán (Hidalgo, México) celebra las misas de manera particular, llevando consigo una pistola de juguete para rociar agua bendita a sus fieles.
El padre Juan Ramón Hernández se mostró preocupado por las historias de violencia, masacres y crímenes relacionados con el narcotráfico, que decidió asumir a su manera una posición con una pistola de agua, frecuentemente utilizada por los niños de nuestro país en tiempos de carnavales.
"Vamos a orar para cambiar el corazón de las personas que recurren a la violencia y matan a otros. Vamos a lanzar lejos todas las armas", manifestó.
Algunos niños, que realizaban su primera comunión -cuando el reportero del canal británico ITN visitaba la parroquia- reían mientras el sacerdote echaba agua bendita a los feligreses.
PRI