Un jefe rebelde sirio afirmó que el régimen de Bashar al Asad va perdiendo cada vez más terreno en el conflicto armado, en vísperas de una intervención del mediador Lakhdar Brahimi ante el Consejo de Seguridad de la ONU luego de una primera misión en Damasco.
Aún cuando están escasamente equipados frente a la potencia de fuego de las tropas del presidente Bashar al Asad, y a pesar de los incesantes bombardeos contra sus bastiones, los insurgentes tratan de ampliar las zonas bajo su control, sobre todo en el noroeste del país.
"Controlamos la mayor parte del país. En la mayoría de las regiones, los soldados están prisioneros en sus cuarteles", afirmó a la AFP el coronel rebelde Ahmaed Abdel Wahab, en el poblado de Atmé, cerca de la frontera turca.
"Con o sin ayuda exterior, la caída del régimen es cuestión de meses, no de años", dijo el coronel afirmando tener bajo su mando una brigada de 850 hombres del Ejército sirio libre (ESL).
"Si tuviésemos armas antiaéreas y antitanques eficaces, podríamos lograr ventaja muy rápidamente", según dijo. "Pero si los países extranjeros no nos dan, aún así venceremos. Sólo será más largo", añadió.
Sus declaraciones no podían ser verificadas de manera independiente debido a las grandes restricciones impuestas por el régimen al desplazamientos de los medios extranjeros.
El domingo, la aviación siria bombardeaba varios bastiones rebeldes en el país, entre ellos Homs y Deir Ezor, provocando el derrumbe de edificios, informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
En la gran ciudad de Bukamal, fronteriza con Irak, en la provincia de Deir Ezor (este), los aviones del régimen de Bashar al Asad dispararon misiles sobre unos edificios mientras que soldados y rebeldes se enfrentaban en varios barrios de la ciudad, precisó la ONG.
"Los insurgentes intentan controlar esta ciudad estratégica, en la provincia rica en petróleo, así como el aeropuerto militar de Hamdane" cercano, explica Rami Abdel Rhamane, jefe del OSDH. "Si logran controlar esta ciudad, será un golpe fatal para el régimen", según él.
El sábado, la violencia dejó 150 muertos, de los cuales 88 civiles, según el OSDH. El número total de muertos desde que comenzó la insurrección en marzo de 2011, es de 29.000 según la ONG.
Después de su primera misión en Siria desde que asumió sus funciones el 1 de septiembre, Brahimi, emisario de la ONU y de la Liga Árabe, debe dar cuenta de los resultados de su visita al Consejo de seguridad de la ONU el lunes.
Brahimi ha afirmado en varias ocasiones que su misión era "muy difícil" y que no había un plan preciso para una solución del conflicto.
Por otra parte, una serie de reuniones sobre Siria está prevista al margen de la Asamblea general que se inaugura el martes en la ONU, sin grandes esperanzas.
Una sesión ministerial del Consejo de seguridad será consagrada el miércoles a la llamada "primavera árabe" y el viernes, los Amigos de Siria, grupo de países occidentales y árabes que apoyan la revuelta, buscarán los medios de unificar la oposición para preparar la etapa post Asad.
A pesar de los innumerables llamados para que Asad deje el poder, los países occidentales siguen siendo reticentes a la idea de armar a los rebeldes, aludiendo que el arsenal podría caer en manos de grupos extremistas.
En tanto, el ESL aparece dividido por rivalidades internas, cuando los generales en el exterior e incluso en el interior difícilmente pueden coordinar múltiples grupúsculos que reivindican una cierta autonomía.
La región en la que la comandancia tendrá su sede en Siria no fue precisada. Sin embargo, el OSDH afirmó que casi el 80% de las ciudades y poblados sirios fronterizos con Turquía están fuera del control de las tropas del régimen.
Según la ONG, el régimen quiere impedir por todos los medios que los rebeldes unan el oeste de la provincia de Alepo al norte de la región de Idleb para evitar una gran región fuera de su control junto a Turquía, país en primera línea en apoyo a la revuelta.