Expertos mexicanos hallaron un conjunto de 12 tumbas de unos mil años de antigüedad que constan de cajas hechas con piedras de basalto en el estado occidental de Nayarit, un contexto funerario nunca antes visto en la región, informó la autoridad arqueológica nacional.
De acuerdo con Lourdes García y José Beltrán, arqueólogos del Centro INAH-Nayarit, se trata de una tradición mortuoria desconocida para la región de Occidente, ya que anteriormente sólo se habían hallado tumbas de tiro o restos óseos dentro de urnas de barro, pero nunca dentro de cajas, o cistas, de piedra.
Tanto al interior como alrededor de los contenedores mortuorios se hallaron osamentas completas, la mayoría quemadas, según la coloración negruzca que presentan, indicó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un comunicado.
Asimismo, se encontraron piezas óseas en el interior de las vasijas de cerámica que estaban dentro de las cistas, por lo que hasta el momento los especialistas no han determinado el número total de individuos inhumados.
El descubrimiento se registró a 40 centímetros de profundidad como parte del salvamento arqueológico que investigadores del Centro INAH-Nayarit realizan en las obras de construcción de la autopista Jala (Nayarit)-Puerto Vallarta (Jalisco).
Los entierros estaban en un área al pie del volcán Ceboruco, de 2.280 metros de altitud, cuya erupción más grande sucedió en el año 1.000 de nuestra era; la piedra volcánica cubría los enterramientos, elemento que ayudó a determinar, de manera preliminar, la temporalidad de los vestigios prehispánicos.
"Las cistas están construidas con ocho piedras de basalto en promedio, y tapadas con lajas fragmentadas intencionalmente como parte de algún ritual aún desconocido", explicó García.
Al retirar las lajas, agregó, se descubrieron, además de las osamentas, vasijas, cuentas de cerámica, objetos de concha y punzones de hueso, entre otros materiales. En el interior de una de las cajas había también tres figuras femeninas de entre 20 y 30 centímetros de altura.
A partir de estos elementos, los arqueólogos han fechado los vestigios hacia el periodo Posclásico Temprano (900 -1100 d.C.), lapso en que se tiene conocimiento de una fuerte migración entre poblaciones prehispánicas del Occidente y del Altiplano, derivada de la red de comercio que se estableció entre ambas regiones.
Como parte de esos movimientos, grupos nahuas llegaron a la región de Occidente, lo que sugiere la posibilidad de que el área donde se registró el hallazgo haya sido un asentamiento nahua y que los individuos enterrados pudieran ser de esa filiación, aunque esa hipótesis aún debe ser corroborada, señalaron los arqueólogos.
Todos los huesos humanos recuperados están siendo estudiados por antropólogos físicos para determinar el número de individuos, sexo y edad de cada uno, patologías y marcas de actividades que desarrollaron en vida.
EFEDe acuerdo con Lourdes García y José Beltrán, arqueólogos del Centro INAH-Nayarit, se trata de una tradición mortuoria desconocida para la región de Occidente, ya que anteriormente sólo se habían hallado tumbas de tiro o restos óseos dentro de urnas de barro, pero nunca dentro de cajas, o cistas, de piedra.
Tanto al interior como alrededor de los contenedores mortuorios se hallaron osamentas completas, la mayoría quemadas, según la coloración negruzca que presentan, indicó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un comunicado.
Asimismo, se encontraron piezas óseas en el interior de las vasijas de cerámica que estaban dentro de las cistas, por lo que hasta el momento los especialistas no han determinado el número total de individuos inhumados.
El descubrimiento se registró a 40 centímetros de profundidad como parte del salvamento arqueológico que investigadores del Centro INAH-Nayarit realizan en las obras de construcción de la autopista Jala (Nayarit)-Puerto Vallarta (Jalisco).
Los entierros estaban en un área al pie del volcán Ceboruco, de 2.280 metros de altitud, cuya erupción más grande sucedió en el año 1.000 de nuestra era; la piedra volcánica cubría los enterramientos, elemento que ayudó a determinar, de manera preliminar, la temporalidad de los vestigios prehispánicos.
"Las cistas están construidas con ocho piedras de basalto en promedio, y tapadas con lajas fragmentadas intencionalmente como parte de algún ritual aún desconocido", explicó García.
Al retirar las lajas, agregó, se descubrieron, además de las osamentas, vasijas, cuentas de cerámica, objetos de concha y punzones de hueso, entre otros materiales. En el interior de una de las cajas había también tres figuras femeninas de entre 20 y 30 centímetros de altura.
A partir de estos elementos, los arqueólogos han fechado los vestigios hacia el periodo Posclásico Temprano (900 -1100 d.C.), lapso en que se tiene conocimiento de una fuerte migración entre poblaciones prehispánicas del Occidente y del Altiplano, derivada de la red de comercio que se estableció entre ambas regiones.
Como parte de esos movimientos, grupos nahuas llegaron a la región de Occidente, lo que sugiere la posibilidad de que el área donde se registró el hallazgo haya sido un asentamiento nahua y que los individuos enterrados pudieran ser de esa filiación, aunque esa hipótesis aún debe ser corroborada, señalaron los arqueólogos.
Todos los huesos humanos recuperados están siendo estudiados por antropólogos físicos para determinar el número de individuos, sexo y edad de cada uno, patologías y marcas de actividades que desarrollaron en vida.