Por sus cortos capítulos llenos de acción y tensión, como si de una serie se tratase, la trilogía de Suzanne Collins conquista a los poco lectores. Molino, imparable, se dirige ahora a los adultos mientras que la primera película se estrena el vienes.
“Un libro juvenil en el que 24 niños se matan entre ellos delante de las cámaras y sólo puede sobrevivir uno no puede venderse con una sinopsis de dos líneas. Hay que explicar más el argumento. En realidad es para gente con mentalidad joven, no sólo adolescentes", subraya Laia Esqué, editora de Molino. No le falta razón, porque el fenómeno Los Juegos del Hambre, de Suzanne Collins, mantiene una progresión imparable.
Con sus más de 26 millones de libros vendidos en el mundo, la trilogía distópica está muy lejos de los más de 300 millones de Harry Potter -dirigida a un público más pequeño que el de Collins-, pero no hay duda que acortará distancias con el niño mago por su calidad, las excelentes críticas recibidas, y sobre todo, el trampolín de tres películas que van a estrenarse en poco tiempo (la segunda previsiblemente en otoño de 2013).
Para empezar los estadounidenses han ido en masa a ver el filme y a comprar la banda sonora y los libros. Hasta el extremo de ocupar el primer puesto en las tres categorías. A su favor juega el que su argumento, lleno de acción (aunque hay espacio para el amor) en un escenario opresivo, atrae a más público que el meramente adolescente de sagas como la vampírica Crepúsculo.
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