EFE).- Los recuerdos son en sepia.
El 16 de julio de 1950, hace casi 64 años, 173.850 espectadores, el 7,5 por ciento de los 2,3 millones de habitantes de Río de Janeiro, acudieron al estadio Maracaná para asistir a la final de la cuarta edición de la Copa del Mundo.
El 13 de julio próximo son esperados 78.000 hinchas en el mismo escenario, varias veces sometido a un ‘lifting’ de estructura aquí, un baipás de tribunas allá.
Aunque la población de Río de Janeiro hoy ronda los 6,5 millones, la clientela en el estadio no será más que el 1,2 por ciento.
En 1950 los organizadores de ese Mundial registraron la presencia de alrededor de 50.000 turistas, 400.000 menos que los vistos durante la copa de 2014.
Maracaná es la designación común del emblemático estadio de Río de Janeiro construido para la Copa del Mundo de 1950 y donde se jugará la final de la vigésima, este domingo.
Es también el barrio donde está situado y alude a una especie de loro de sonido muy escandaloso, el ‘Primolius Maracana’.
Del loro en cuestión hay del tipo ‘cara afeitada’ o ‘lomo rojo’, pero Maracaná estadio es uno solo, aunque Panamá inauguró el suyo con la presencia de algunos exfutbolistas brasileños en abril pasado.
El estadio pasó a llamarse en 1964 ‘Estádio Mario Filho’, pero la denominación popular se mantiene. Incluso miles de hinchas le dicen con cierta intimidad ‘maraca’.
Allí Pelé marcó su milésimo gol, el 19 de noviembre de 1969, de penalti y entre los tres palos estaba el guardameta argentino Mario Andrada, del Vasco da Gama.
Casi 45 años después otro portero argentino estará en la cancha, esta vez con su selección, para protagonizar otro hecho histórico para el fútbol, aunque esta vez no habrá rival brasileño, como lo tuvo Andrada y lo esperaban los 200 millones de la nación ‘verde-amarela’.
El Maracaná surgió como una boutique para el fútbol brasileño, pues antes los partidos eran jugados a la vista de hombres jóvenes y maduros en el popular Sao Januario, el exclusivo Gávea o el aristocrático Laranjeiras. A partir de la inauguración del templo a sus tribunas llegaron mujeres y niños.
No obstante, a pesar del tiempo, los vicios del pasado no cambiaron en el presente.
Brasil fue proclamado como sede del Mundial de 1950 el 25 de julio de 1946. Casi dos años después de inútiles debates de fondo burocrático fue puesta la primera piedra, el 20 de janeiro de 1948, pero las obras apenas comenzaron ese 10 de agosto, es decir 22 meses antes del pitido inicial.
El 30 de octubre de 2007 la FIFA encomendó a Brasil el Mundial actual y como si fuera un calco del pasado, la historia se repitió, aunque con una notable superación de los errores.
El 30 de octubre de 2007 la FIFA encomendó a Brasil el Mundial actual y como si fuera un calco del pasado, la historia se repitió, aunque con una notable superación de los errores.
Desde la fecha en que anunció la noticia que el país recibió con alborozo y los políticos como el título de una final anticipada nada se hizo hasta el 8 de septiembre de 2010. Las obras de remodelación se ejecutaron en 31 meses y apenas concluidas a días del comienzo de la Copa Confederaciones, hace un año.
Las obras de construcción del templo tardaron 675 días, mientras que las reformas para la fiesta del 2014 necesitaron 992.
Las obras de construcción del templo tardaron 675 días, mientras que las reformas para la fiesta del 2014 necesitaron 992.
El viejo Maraca recibió ocho de los veintidós partidos de ese Mundial y este domingo recibirá el séptimo, el más importante, de la cita del 2014, que tuvo 64 encuentros.
Los mismos hinchas que acudan incluso podrán ver en directo a través de gigantescas pantallas estratégicamente situadas en lo alto repeticiones y detalles de las jugadas del partido entre alemanes y argentinos.
Nada comparado con la vida en 1950, cuando la televisión apareció después del Mundial y la repetición de un gol o una maniobra era solo posible ver dos o tres días después del encuentro en una sala de cine. No era raro escuchar desde la calle eufóricos gritos de celebración.
Los turistas atraídos por el Mundial de hace casi 64 años podían ocupar los días sin partidos con una nutrida agenda cultural que iba desde audiciones de música clásica y obras de dramaturgia en el elegante Teatro Municipal hasta visitas a catedrales, bibliotecas y museos.
El desfile de aficionados extranjeros en estado de embriaguez en las playas cariocas, especialmente la de Copacabana donde se ha instalado el Fan Fest para seguir los partidos a través de una gigantesca pantalla de vídeo ha obligado a redoblar la atención a los componentes del ‘Corpo Marítimo de Salvamento’ (Salvamar).