Las sospechas políticas y judiciales, siempre han planeado sobre laConsejería de Política Territorial y Obras Públicas de laGeneralitat. El motivo: su capacidad para gestionar contratos e inversiones millonarias. La confesión de Jordi Pujol sobre la existencia de una cuenta oculta en Andorra y la posibilidad de que su propio hijo, Jordi Pujol Ferrusola, actuara de testaferro en el desvío de dinero supuestamente procedente de comisiones por obra pública, ha situado de nuevo este departamento en el punto de mira policial.
Al frente del mismo estuvo Artur Mas entre 1995 y 1997. Durante ese período, gestionó un total de 2.129 millones de euros (entonces se cifraba en pesetas), lo que suponía aproximadamente un 11% del presupuesto total de la Generalitat. PP y Ciudadanos, tal como publicó ayer ABC, exigen que, además de Pujol, el actual presidente catalán dé explicaciones sobre esos años de bonanza económica, convencidos de que la famosa frase del socialista Pasqual Maragall «ustedes tienen un problema, el 3%» dirigida a las filas convergentes del Parlamento catalán, recobra actualidad.
Así, en 1995 Artur Mas dispuso de un gasto de 746 millones de euros (entonces el Gobierno catalán disponía de 6.484 millones de euros) y, al año siguiente, de 726 millones (de un total de 6.447 millones). Ya en 1997, Mas acabaría como consejero de Economía, el departamento catalán de Obras Públicas dispuso de menos dinero, 657 millones de euros (de un total de 6.607 millones), pues la prioridad en ese ejercicio fue el despliegue de los Mossos d’Esquadra, cuerpo policial al que se dotó entonces de las competencias de Tráfico gracias a los acuerdos de investidura y gobernabilidad entre CiU y PP.
Efectivamente, eran los años del «pacto de Majestic» entre Pujol y el presidente español José María Aznar, que permitió al Gobierno catalán impulsar importantes obras de infraestructura, como la ampliación del aeropuerto y de los puertos de Barcelona y Tarragona, la línea AVE entre Barcelona y Madrid, el desdoblamiento de la carretera N-II a su paso por Gerona o la remodelación de barrios de Barcelona, entre otras inversiones. Gracias a esos acuerdos, Mas pudo reducir los peajes de las autopistas catalanas.
Cuando el «delfín» de Pujol tomó posesión como consejero, el entonces «president» le advirtió de que «tu casa, y si tienes otra en cualquier otro sitio, será fotografiada del derecho y del revés; el portero, interrogado sobre cuándo entras y cuándo sales; buscarán quién ha puesto las plantas en tu balcón, si es que las tienes, y en el registro todo lo que puedas tener será mirado, remirado y registrado». Lo cuentan Félix Martínez y Jordi Oliveres en el libro «Jordi Pujol: En nombre de Cataluña».
Escándalos anteriores
Palabras premonitorias, pero también justificadas en el hecho de que Mas sustituía a Jaume Roma, quien presentó la dimisión apenas un año después de ser elegido consejero, tras ser investigado por irregularidades en la adjudicación de obras pública. En 2001, laAudiencia de Barcelona archivó la causa exculpó al exconsejero. A su vez, Roma relevó en el cargo a Josep Maria Cullell, quien fue objeto de pesquisas judiciales por tráfico de influencias.
El portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, calificó de «indecente» que el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, acusara a su partido de cubrir la corrupción en Cataluña en base al pacto del Majestic. ABC