Argentina vivirá un 2015 marcado por un complejo proceso electoral, que abarcará buena parte del año y obligará a millones de ciudadanos a votar hasta seis veces, y por la incertidumbre económica derivada del conflicto con fondos especulativos que resucitó el fantasma de la deuda en el país.
A partir del 1 de enero, cuando vence la cláusula que obliga a Argentina a pagar a sus acreedores de deuda en iguales condiciones, Buenos Aires amplía su margen de maniobra para negociar con los fondos especulativos que, respaldados por la Justicia de Estados Unidos, reclaman el pago íntegro de bonos adquiridos tras la crisis de 2001.
Un reclamo que ha colocado a la tercera economía latinoamericana en una situación de "default técnico", según calificadoras internacionales, y que ha acentuado el clima de incertidumbre en el país, azotado por una inflación que rondará el 40 por ciento en 2014 y una política monetaria que ha alimentado el mercado negro de divisas.
Resolver el conflicto de la deuda, frenar la inflación y estabilizar el peso serán algunas de las grandes asignaturas de Cristina Fernández en la recta final de su segundo y último mandato.
Además, la mandataria tratará de mantenerse como primera figura de la política argentina hasta que le sea posible, sin decantarse abiertamente por ninguno de los aspirantes oficialistas para las presidenciales del próximo octubre.
Unas elecciones que, a juzgar por las encuestas, serán más que ajustadas entre los tres candidatos que, de momento, cuentan con mayores posibilidades.
Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires, peronista y oficialista, aunque distanciado de Cristina Fernández; Sergio Massa, ex jefe de Gabinete, enfrentado a la presidenta y considerado disidente, y el conservador Mauricio Macri, alcalde de Buenos Aires.
El ganador llegará a la Presidencia tras una larga y agotadora campaña, en la que, según cálculos de medios locales, los principales candidatos pueden llegar a gastar hasta 1.000 millones de pesos -unos 117 millones de dólares-, y un proceso que obligará a millones de electores a votar varias veces.
A nivel nacional, se renovará la Presidencia y parte del Congreso en primarias -en agosto- y generales -en octubre- sin olvidar que una hipotética segunda vuelta -en noviembre-, que los analistas dan casi por segura en este momento, obligaría a los argentinos a votar tres veces en cuatro meses.
Pero, al menos en siete jurisdicciones electorales, las votaciones se multiplicarán y los ciudadanos tendrán que votar hasta en seis ocasiones.
Es el caso de los vecinos de la capital, que tendrán que renovar el gobierno municipal en primarias, generales y una posible segunda vuelta, en abril y hasta dos veces en julio.
En Córdoba se celebrarán provinciales en septiembre, en Salta en abril y mayo, como también en Tierra de Fuego, en Chaco y Corrientes.
Un larguísimo proceso al que Fernández asistirá mientras termina de definir su futuro personal.
Un futuro que los analistas sitúan muy próximo a la escena política, bien con un cargo internacional, en el Parlamento de Mercosur, por ejemplo, o bien con alguna candidatura nacional que, además, la blindaría ante cualquier acción de la Justicia argentina en un momento especialmente delicado por las investigaciones abiertas sobre presuntas irregularidades en alguna de sus empresas.
EFE