Media hora necesitó Nueva Zelanda para anotar los cuatro ensayos que dan un punto extra y certificar la paliza a Japón, que en nada se pareció al equipo aguerrido, ordenado y veloz que hace seis días le puso en un aprieto a Francia. Al final, el resultado fue escandaloso (83-7) y diluye la imagen del equipo asiático, que en su primer pulso del Mundial despertó la admiración de los aficionados al rugby con un juego del que no hubo noticias en el envite contra los neozelandeses.
El seleccionador japonés, el que fuera All Black John Kirwan, hizo 10 cambios en el equipo con respecto al partido de Francia, pero el experimento no funcionó. Los delanteros parecían muñecos de trapo ante los fowards locales, hoy liderados por Keven Mealamu ante la baja por lesión de su capitán Richie McCaw. Por detrás, los tres cuartos de negro siempre tenían superioridad en el exterior. Pero, lo que más daño hizo a los japoneses, en la primera parte, fue su pésimo partido a la hora de defender. Fallaron hasta 13 placajes frente a la perfección All Black. En el segundo tiempo, solo quedaba saber cuántos ensayos serían capaces de anotar los neozelandeses. Al final fueron 13. A Japón le quedo el consuelo de anotar el de la honra.
Partido fácil, por tanto, para los máximos favoritos al título, que ahora se pueden concentrar en el único partido del grupo que les puede poner en dificultades, el de Francia, con quien tienen cuentas pendientes: los del XV del Gallo se han convertido en su auténtica bestia negra en los Mundiales -les eliminaron en 1999 y 2007-. Mientras, en el lado opuesto, los japoneses deberán recomponerse y afrontar su Mundial, contra Tonga y Canadá, para asegurar el tercer puesto que les dé el billete para Inglaterra 2015.
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