El nuevo fonendo del médico
Ángel Díaz y Luis del Cañizo son dos ingenieros españoles que se conocieron durante su estancia en elMassachusetts Institute of Technology (MIT), uno de los centros de investigación más importantes del mundo. Hace un año decidieron unirse para crear una nueva aplicación y lanzarla en nuestro país, así que mudaron el centro de operaciones de Cambridge, Massachusetts, al garaje de casa de los padres en el barrio madrileño de Fuencarral.
La historia se parece a la del comienzo de empresas como Google, Microsoft o Apple, y no por casualidad. Del Cañizo y Díaz se declaran admiradores de la forma en que Steve Jobs y Steve Wozniak levantaron su empresa de la nada. «Está habiendo una revolución en el mundo, profesional y personal, por la llegada de los smartphones y las tabletas», dice Díaz, que dejó su puesto en la consultora McKinsey para crear iDoctus, una aplicación para móviles y tabletas destinada únicamente a los médicos.
«El mundo de la sanidad ha sido por lo general bastante conservador en la adopción de tecnología más avanzada. Quizá por la presión del tiempo o por tratar temas vitales, es bastante reacio a poner a prueba la tecnología y el impacto que tiene sobre los pacientes. Es un sector que quizás ha ido un poquito lento», apunta este ingeniero.
Esta tendencia parece estar cambiando drásticamente en los últimos meses. El informe presentado por Google en el último Congreso Mundial de Móviles de Barcelona señalaba que, en tan sólo un año, el porcentaje de españoles con smartphone ha pasado del 33 al 44 por ciento.
En cuanto a la sanidad, otro estudio cifra que en Estados Unidos entre un 40 y un 60 por ciento de los médicos (dependiendo de la especialidad) utilizan aplicaciones de este tipo en smartphones y tabletas. La más utilizada, por casi el 80% de los médicos, es Epocrates, según el estudio realizado por la consultora Manhattan Research.
Lo más novedoso es que la gran mayoría de las veces utilizan su tableta o teléfono móvil delante del paciente o entre consultas, y la mitad de ellos lo usan cuatro o más veces al día. «Hasta la fecha explica Díaz la inclusión de la tecnología en la consulta se limitaba a que el médico consultara información de referencia en su ordenador al inicio o final de la jornada o durante el fin de semana. Ahora, con los móviles y las tabletas, esto se está integrando muchísimo más en el día a día del médico».
El nuevo fonendo
«Un médico americano nos decía que esto era como el fonendo, que si te lo dejas en casa tienes que volver a por él», apunta Luis Del Cañizo, el otro 50% de iDoctus. Este tipo de aplicaciones médicas son «clínicas y científicas, básicamente un compendio de bases de datos sobre medicamentos, patologías o procedimientos, puestas al día y con los últimos avances en la especialidad que pueda precisar el médico. Tienen tablas y herramientas dosificadoras que el médico utiliza a diario y que le evitan tener que hacer cálculos, con lo que se ahorran equivocaciones». Además, contiene una colección de fotos y de video que el médico puede utilizar en sesiones clínicas, pósters, conferencias o incluso, para explicarle al paciente lo que tiene con una imagen.
Actualmente hay 27.000 aplicaciones sobre salud disponibles para smartphones o tabletas. Este número seguirá creciendo hasta finales de abril, cuando iDoctus se lance a la feroz competencia de esta piscina de pirañas. Del Cañizo y Díaz se dirigen a una subcategoría específica, la comunidad médica, y dentro de ésta han diseñado una aplicación generalista, buscando el segmento más amplio de un nicho concreto.
La revista médica Archives of Internal Medicine publicó hace unas semanas los resultados del primer informe sobre el uso médico de iPads a gran escala, realizado en el hospital de la Universidad de Chicago. Este hospital le dio en noviembre de 2010 un iPad a cada uno de sus 115 médicos residentes para evaluar su uso en consulta.
El 25 de agosto por la noche, la doctora Nancy Luo, médico residente en el hospital, mandó un e-mail a Steve Jobs proponiéndole implementar el proyecto, «para ver si quizás, Apple quería ayudarnos», dijo Luo. Para su sorpresa, su correo recibió contestación a las 5:21 de la mañana. Un ejecutivo de Apple le dijo «Steve me ha reenviado su e-mail para seguimiento» y esa misma tarde, el director para mercado médico de Apple apareció en el hospital para reunirse con el equipo de médicos. Un año después de repartir las tabletas, nueve de cada diez médicos reportaban utilizar rutinariamente el iPad en sus responsabilidades clínicas. Además, un 78% de los interinos sentía que el aparato los hacía más eficientes como médicos.
Este factor, para Del Cañizo, es una de las claves del éxito de estas aplicaciones, «en Estados Unidos, los médicos que usan estas herramientas hablan de que se ahorra unos 25 minutos al día, que en España serían 4 o 5 pacientes más. Además, se cree que con la aplicación evitan un error semanal de diagnóstico».
Estas aplicaciones aportan al médico una ayuda parecida a la que un taxista recibe de su GPS. Aunque el conductor sabe llegar al destino, la máquina le facilita el trabajo calculando en segundos la ruta más rápida. Según Luis Del Cañizo, esto puede marcar la diferencia en un escenario con «cada vez más población envejecida, cada vez hay más crónicos, más pacientes tomando varios medicamentos al mismo tiempo, entonces hay una complejidad que se suma a que al médico se le pide cada vez más eficiencia y eficacia, el sistema sanitario les mete cada cinco minutos un paciente en la consulta. El médico tiene mucha presión, ver al paciente en poco tiempo y sin cometer errores de diagnóstico, y esto se consigue con herramientas que en un momento puedes verificar que la prescripción y el diagnóstico están bien».
En Inglaterra, donde el sistema sanitario es más parecido al español, el 90% del personal médico utiliza doctors.net.uk, una especie de foro cerrado y dedicado a la discusión e información de temas médicos con aplicaciones para web y móvil. El panorama es, por tanto, esperanzador para este tipo de aplicaciones en nuestro país.
A unas semanas de su lanzamiento, la plantilla de iDoctus ya alcanza las siete personas. Se han mudado del garaje de Fuencarral a una oficina de paredes ocres, prácticamente decoradas con docenas de notas adhesivas, en la calle Núñez de Balboa. «En España muchos médicos utilizan ya estas herramientas, Epocrates, Medscape, aunque reconocen que el que sean en inglés les resta una cierta usabilidad y, sobre todo, el que los contenidos como la base de datos de información de medicamentos esté adaptado al mercado norteamericano», dice Del Cañizo.
Actualmente, el Departamento de Innovación del hospital Ramón y Cajal se está encargando de poner a prueba la aplicación en un entorno hospitalario real para comprobar cuál es el impacto que tiene en el día a día de los médicos o la percepción de los pacientes.
Fiabilidad
Una de las claves de este nuevo tipo de aplicaciones es la fiabilidad, tanto de los contenidos médicos que incluyen como de la tecnología en sí misma. Como apunta Del Cañizo, «si el usuario es un médico sometido a una gran presión, la aplicación no puede tener errores. Tiene que funcionar siempre y tiene que funcionar sin conexión», ya sea porque la consulta del médico esté en un sótano del hospital o entre aparatos de precisión.
Para su socio, la fiabilidad de los contenidos ha sido clave en el éxito de aplicaciones como Epocrates o Medscape entre la comunidad médica. «Si buscas algo en internet, igual te sale el New England Journal of Medicine que un artículo de un blog», apunta Díaz. Para su aplicación, estos ingenieros han contactado con el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos para asegurarse de que la información sobre medicamentos es fiel y está actualizada. «Además, tenemos el tratado de medicina o los bancos de imágenes licenciados por Elsevier, una de las grandes editoriales médicas», dice Díaz.
Como iDoctus, muchas otras compañías start-up buscan su hueco en este nuevo nicho de mercado, uno de los pocos que no parece afectado por la crisis económica. Lo más complicado será convencer a los responsables de los hospitales de que la inversión en tecnología (entre 300 y 800 euros dependiendo de la marca y el modelo) reportará beneficios inmediatos al centro.
El modelo que Díaz y Del Cañizo pretenden aplicar a iDoctus es el denominado como freemium, es decir, la aplicación es gratuita pero sólo permite acceder a un número limitado de funciones. Para acceder al paquete completo, es necesaria una suscripción. «En estos momentos estamos hablando con distintos colegios de médicos y sociedades científicas para estudiar la posibilidad de que se hagan cargo y ofrezcan el servicio a sus miembros, o, al menos, les subvencionen una parte», dice Del Cañizo.
En poco tiempo, la tecnología podría no solo ayudar al facultativo a efectuar el diagnóstico, sino incluso adelantarse a éste a la hora de detectar la enfermedad. Según informaba el año pasado Technology Review, un proyecto del Instituto de Tecnología de Ontario (Canadá) registró mediante un programa las constantes vitales (electrocardiograma, ritmo cardiaco, ritmo de respiración, nivel de oxígeno en sangre, temperatura y presión sanguínea) de ocho niños en la unidad de cuidados intensivos de un hospital de Toronto. Los investigadores están desarrollando algoritmos para utilizar estas señales y detectar si el niño ha contraído una infección antes que cualquier médico o enfermera.
e-Salud
Tecnológicamente, esta aproximación significa una nueva forma de pensar. De acuerdo con Carolyn McGregor, investigadora del ITO implicada en el proyecto «los paradigmas de procesamiento que teníamos antes no encajaban con el flujo de datos con la que estamos tratando ahora». Lo que hacían los ordenadores puede compararse a alguien buscando información en una biblioteca, sin embargo, estos nuevos modelos aplican lo que se conoce como stream computing (computación en flujo). El flujo con la información de las constantes vitales del niño entra en el programa y los algoritmos actúan como filtros, haciendo preguntas y extrayendo respuestas de los datos disponibles en cualquier momento. Antes de embarcarse en este proyecto, Díaz asesoró en la consultora a algunos empresarios interesados en zambullirse en el mundo que los americanos llaman e-health. «En consultoría decimos que, si creyeras de verdad en las oportunidades que ofreces a tus clientes, te lanzarías a capturarlas tú, y éste ha sido uno de esos casos. Fue verlo, madurarlo y lanzarnos a hacerlo».