AMLOVE: al rebelde candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) Andrés Manuel López Obrador (Tabasco, 1953), conocido como AMLO en México, ahora a veces se le cita así -AMLOVE- y sin ironía. Derrotado por los pelos en 2006, estuvo convencido de que existió fraude electoral en aquella cita, se proclamó presidente legítimo y ha sido comparado por sus rivales con Hugo Chávez. En esta campaña ha conseguido despejar dudas sobre su idoneidad como candidato reinventándose como apóstol –él mismo se calificó así- de una “República amorosa” y líder de un “cambio tranquilo y verdadero”.
A pesar de enarbolar la bandera del amor, muchos lo acusan de populista y megalómano y, después de perder por solo el 0,56% de los votos en los comicios de hace seis años, también lo han acusado de meter ruido a la actual elección al hablar antes de ir a las urnas de conspiraciones y resucitar las sospechas de un fraude electoral.
Sin embargo, a punto de celebrarse las elecciones, ha conseguido situarse –tras un rápido ascenso en las encuestas- a unos 10 puntos de distancia del favorito (según las encuestas más cerradas), el candidato del poderoso Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto. La cabeza de lista del Partido Acción Nacional (PAN), Josefina Vázquez Mota, ha quedado atrás.
La carrera hacia la Presidencia de México es ya cosa de dos, y López Obrador parece dispuesto a dar pelea hasta el último minuto. Acerca de Peña Nieto repite que “encarna la corrupción” y subrayaba en una entrevista con EL PAÍS que ha sido impuesto por las televisoras. Ese es precisamente uno de los argumentos clave de las protestas delmovimiento juvenil #YoSoy132: la imposición de una “democracia de telenovela” por parte, sobre todo, de Televisa. Peña Nieto, casado por cierto con una actriz de telenovelas de esa televisora, encarna para López Obrador y para los jóvenes enojados -o indignados- el producto de una campaña de marketing que traería de nuevo al poder al PRI, que gobernó durante 70 años. Frente a él, López Obrador parece la opción política menos mala para los enojados, que se han posicionado contra Peña Nieto.
El candidato del Movimiento Progresista, que engloba al PRD, al Partido del Trabajo y al Movimiento Ciudadano, también recibe acusaciones de no tener un discurso claro. Promete austeridad en su Gobierno, asegura que si gana México alcanzará la soberanía alimentaria, y también que resucitará una industria petroquímica sin “monopolios ni expropiaciones”.
En el aspecto moral no se define en temas como el matrimonio homosexual (en el debate organizado por #YoSoy132 prometió que celebraría una consulta “si este tema se considera fundamental”) e insiste en solucionar la “crisis de valores” de México con “honestidad, tolerancia, amor al prójimo y aceptación del pensamiento del otro”. AMLOVE lo filosofa así: “Un proyecto de transformación como el nuestro requiere auspiciar una nueva corriente de pensamiento, a partir de que se interiorice la idea de que solo siendo buenos, podemos ser felices”