Josefina Vázquez Mota, del PAN, llega a los comicios de este domingo exhausta después de tres meses en caída libre. Cuando el problema no han sido sus desaciertos verbales, los medios señalaban su aspecto demacrado, las bajadas de tensión en actos públicos, las encuestas en contra o los desaires de los suyos, que como el expresidente Vicente Fox, decidieron abandonarla a mitad de partido. “A Calderón solo le pido que me ayude y me deje ser candidata”, clamaba en su entrevista al diario EL PAÍS. Las dificultades que ha enfrentado en su carrera a la presidencia la han acompañado a lo largo de su vida política. La llegada al Ejecutivo de Fox para ocupar la cartera de Desarrollo Social en 2000, cuando llevaba tan solo unos meses como diputada sentó muy mal entre los que ya habían pensado otros nombres para el cargo. Por aquel entonces, Vázquez Mota era conocida como la autora de un best sellerde autoayuda para mujeres titulado Dios mío, hazme viuda por favor, algo que la prensa utilizó para atacarla y resaltar su falta de conocimiento sobre la materia que iba a gestionar. “No, no me siento muy orgullosa de mi libro”, reconocería a posteriori.
Inteligente y de talante conciliador, la disciplina de Vázquez Mota, tal y como señala María Scherer en la revista Letras Libres, es un “rasgo importante” de su carácter. “Duerme pocas horas. Se levanta de madrugada, alrededor de las cinco y es fanática del deporte, que practica por lo menos cuatro veces por semana. Además, cuida su alimentación en extremo”.
De familia humilde –suele repetir que su madre tejía- y nacida en Ciudad de México en 1961, a la candidata del PAN le gusta vender la suya como una historia de superación personal. “No había dinero para nacer en un hospital”. En su discurso, la candidata de centroderecha mexicana alardea de su paso por la escuela pública, se muestra cercana a las posturas de la iglesia pero condena la criminalización de la mujer en el aborto. Durante estos meses ha llamado al voto femenino de manera creciente. “No pretendíamos hacer de estas elecciones un referéndum de género”, explicaba el lunes pasado a este diario Roberto Gil, coordinador de campaña, “pero fueron las propias mujeres las que nos pidieron que enfatizásemos esta condición”. Y esa ha sido una de las ideas fuerza de un discurso que ha disgustado a las feministas del país, que lo tachan de “mujerismo barato”.
Josefina Vázquez Mota se juega este domingo el futuro de un partido que ha ocupado el Gobierno de México en los últimos doce años. La previsible debacle en los comicios sería un nuevo tropiezo en la carrera de la panista. Cuando en 2008 el presidente Calderón la obligó a dimitir de la cartera de Educación Pública tras meses de desencuentros con la líder sindical Elba Esther Gordillo muchos la daban por muerta, pero desde su exilio en el Congreso consiguió llegar y vencer en las primarias. “Yo ya gané”, le decía Josefina a la periodista Denise Maerker, citada por el reportero Héctor de Mauleón. “Soy la primera mujer panista que logra llegar hasta este punto. Ahora solo falta que el PAN quiera ganar”.