La Agencia Espacial Europea (ESA) ha probado con éxito un prototipo de radar instalado en Santorcaz, a 30 kilómetros de Madrid, para detectar basura espacial, es decir, chatarra en órbita que puede poner en peligro el funcionamiento de satélites militares, comerciales y civiles.
"Este nuevo sensor -activo desde el pasado noviembre- contiene tecnologías clave para detectar basura espacial en órbitas bajas y supone un importante paso hacia los radares operacionales", señaló la ESA en un comunicado.
El exitoso prototipo ha logrado detectar "objetos de alrededor de un metro" y supone un avance para afinar la tecnología que utiliza, aunque su rendimiento actual sería insuficiente para desarrollar un eventual sistema de detección, que debería localizar cuerpos de unos 10 centímetros.
"Incluso sin calibrar completamente el sistema, lo que llevará varios meses, podemos detectar objetos más pequeños y lejanos de lo esperado", declaró el responsable del Segmento de Tierra del programa SSA de la ESA, Gian Maria Pinna.
El diseño y construcción del aparato, con un coste de 4,7 millones de euros, se asignó en 2010 a la firma española Indra Espacio, en colaboración con el Instituto alemán Fraunhofer de Física de Alta Frecuencia y Técnicas de Radar (FHR).
Se trata de un radar "monoestático", es decir, que tiene una única estación desde la que se emite energía electromagnética hacia un objetivo y analiza la señal que recibe.
Además, la ESA encargó el año pasado otro radar similar, que desarrolla el centro de investigación francés ONERA, junto con cinco socios industriales de España, Francia y Suiza.
Este segundo aparato será "biestático", lo que significa que la señal se lanzará desde un centro de forma continua y el rebote se recibirá en otro. La ESA cotejará los datos de ambos radares.
"Las tecnologías que se están desarrollando en el programa son fundamentales para la futura creación de un sistema operacional que Europa podría desplegar para salvaguardar sus satélites de la amenaza que supone la basura espacial", declaró Nicolas Bobrinsky, uno de los científicos implicados en el proyecto.
Los científicos estiman que alrededor de la Tierra orbitan unos 700.000 objetos de entre uno y dos centímetros que podrían afectar al funcionamiento de algún satélite de uso militar, civil o comercial, con perjuicios para la navegación marítima, las telecomunicaciones, los servicios de televisión o de vigilancia climática. EFE