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miércoles, 18 de marzo de 2015

Contrabandistas continúan desafiando a las autoridades: “30% de alimentos salen ilegalmente”

(San Cristóbal, 18 de marzo. AP).- En una discreta bodega venezolana, muy cerca de la frontera con Colombia, se esconden varias toneladas de arroz, empacadas y listas para ser contrabandeadas. Hoy es arroz pero mañana será salsa de tomate, leche, pasta de dientes o máquinas de afeitar.
El jefe de esta operación, un contrabandista que luce una barba de tres días, ropa deportiva y trabaja para un sujeto que apoda el “Carteludo”, tiene que coordinar el transporte de las toneladas del grano y de otros tantos productos, no se despega de un celular al que le llegan mensajes de texto sin parar, que confirman que otro cargamento viene en camino de Caracas.
“Mover un camión de leche deja más dinero que la cocaína”, dice el contrabandista, que prefiere no dar su nombre por miedo a ser identificado y detenido. Se inició en este negocio transportando gasolina de un lado a otro y hoy maneja una red de unas 150 personas dedicadas al tráfico ilegal de alimentos.

Mientras los venezolanos se ven obligados a hacer largas filas frente a los supermercados para conseguir productos de primera necesidad, los contrabandistas viven su mejor momento gracias a la diferencia de precios de los productos básicos entre los dos países. Un kilo de arroz cuesta en Venezuela 26 bolívares, unos 10 centavos de dólar, pero en Colombia el mismo producto vale 15 veces más. Una crema dental cuesta hasta 27 veces más al lado colombiano de la frontera.
La gasolina también es un gran negocio. Un galón (cuatro litros) de combustible no cuesta ni un centavo en Venezuela en comparación con los tres dólares de Colombia. El gobierno calcula que las pérdidas por gasolina oscilan entre 50.000 y 100.000 barriles al día, lo que supone unos 3.000 millones de dólares al año, un 1.5% del PIB venezolano a precios internacionales.
“Es el problema de vivir en el país más barato del mundo”, dijo a The Associated Press el gobernador de Táchira, José Gregorio Vielma Mora. “Un 30% de los alimentos del país salen ilegalmente”.
El gobierno de Venezuela estableció una política de control de precios hace una década bajo el gobierno socialista del presidente Hugo Chávez con el propósito de ayudar a los pobres. Pero una economía dependiente del petróleo, como la venezolana, que ha sido víctima de una mala gestión y que ahora está siendo azotada por la caída de los precios mundiales del crudo, creó una escasez de dinero efectivo que hace casi imposible adquirir estos productos básicos importándolos.
El gobierno del presidente Nicolás Maduro atribuye el desabastecimiento en los supermercados a una “guerra económica” promovida por Estados Unidos y las élites del país, de la que, dice, el contrabando hace parte. Para ello ha desplazado a más soldados a la porosa frontera con Colombia de 2.200 kilómetros (1.400 millas), decidió cerrar la aduana durante la noche y aumentar gradualmente las penas de cárcel para los contrabandistas.Con la caída del valor del bolívar frente al dólar y el peso colombiano, revender productos básicos al otro lado de la frontera se ha convertido en un negocio irresistible.
También han comenzado instalar unos 20.000 ‘capta-huellas’ para racionar la cantidad de productos que una persona puede adquirir y proyecta la instalación de cámaras en los puestos de control de la carretera y la creación de una “zona económica especial” entre los dos países.
En los últimos siete meses, el gobierno ha decomisado 12.000 toneladas de productos de contrabando que van desde fertilizantes hasta comida para animales o mayonesa. Según el general Efraín Velasco, máximo responsable militar en la frontera, “lo decomisado es suficiente para alimentar durante 15 días a los 1.700.000 habitantes de Táchira”, dijo a la AP.
El contrabando vive su mejor momento gracias a que detrás existe una gigantesca red de corrupción que involucra a las mal pagadas fuerzas de seguridad de Venezuela. Una red que empieza en Caracas y termina en la aduana de San Antonio del Táchira, en la frontera, a 20 horas en camión. Un entramado en el que están implicadas todas las fuerzas de seguridad del estado que vigilan las carreteras: la Guardia Nacional, la Policía Nacional Bolivariana, el departamento de inteligencia SEBIN y miembros del ejército, quienes reciben en cada puesto de control de la carretera sobornos varían entre 10 y 40 dólares por carga, sumas nada despreciables en Venezuela.