Una investigación reciente asegura que un futuro podría ser posible hacer crecer células humanas, tejidos y órganos en animales para reemplazar aquellos que estuvieran dañados por enfermedades como la diabetes, las insuficiencias hepática y cardíaca o por enfermedades renales.
La capacidad de hacer crecer en tejidos humanos en otras especies –probablemente en cerdos- podría conducir a la creación de órganos de reemplazo para aquellos dañados por una lesión o enfermedad.
Esta posibilidad abre un camino esperanzador para quienes necesitan algún trasplante de órgano, ya que pese hasta el momento los intentos de trasplantar tejidos animales en humanos han resultado incompatibles, la historia podría empezar a revertirse.
“Si pudiéramos hacer crecer órganos a través de una quimera utilizando propias células madre del paciente, habría una mayor probabilidad de que los órganos se trasplantaran con éxito”, detalló Juan Carlos Izpisúa-Belmonte, profesor del Laboratorio de Expresión Génica en el Salk Institute de La Jolla (California), quien dirige este estudio.
Este estudio se suma a los últimos avances en la generación de células madre a partir de células somáticas de los pacientes, que son aquellas que ya han dado lugar a un tipo específico de tejido, como la piel.
Los últimos avances en la generación de células madres, permiten que los investigadores puedan tomar células de la piel de una persona, transformarlas en células madre y luego convencerlas para convertirse células específicas de un tejido distinto, tales como las del cerebro, el músculo o el páncreas.
De forma tal que, debido a que las células tienen el mismo ADN que la célula original de la piel, los tejidos nuevos, en teoría, serían aceptados si se les devuelve al cuerpo como un órgano de reemplazo.
Un cóctel de señales químicas
El equipo de Izpisúa Belmonte tomó un enfoque diferente al centrarse en la ubicación en vez de en el momento de la incorporación de las células humanas en el embrión temprano de ratón.
Así, los investigadores desarrollaron un cóctel de señales químicas que consiguió que las células madre embrionarias humanas en una placa de laboratorio se orientaran en el espacio y, en concreto en este caso, se identificaran como parte de la región posterior del embrión. Entonces las insertaron en embriones tempranos de ratón. Para poder comparar esta nueva metodología con las ya existentes, también insertaron, por separado, células madre humanas cultivadas usando métodos convencionales.
Mientras las células madre humanas derivadas a través de métodos convencionales no se integraron en el embrión de ratón, las rsPSCs humanas sí que lo consiguieron e iniciaron el proceso de diferenciación a las células de las tres principales capas embrionarias conocidas como ectodermo, mesodermo y endodermo. Cada capa da lugar a tejidos y órganos específicos en el embrión en desarrollo.
Así, los resultados no solo proporcionan una nueva forma de estudiar el desarrollo humano temprano, sino que también ofrecen una nueva esperanza para el cultivo de tejidos y órganos humanos en un animal huésped.
Josep Maria Campistol, director Médico del Hospital Clínic, investigador del Idibaps y coautor del estudio, señala que esta técnica “es completamente novedosa en el cultivo de células madre en un laboratorio y ofrece información muy relevante sobre cómo las células madre humanas podrían incorporarse a un embrión de una especie diferente. Toda este conocimiento podría ser crucial para generar diferentes tipos de células funcionales y maduras para la medicina regenerativa”.
Con información de Público.es