La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, viajó hacia Estados Unidos, donde será recibida por su homólogo Barack Obama y tratará de insuflar confianza a inversores y agentes financieros, ante el delicado momento de la economía brasileña.
El viaje oficial de Rousseff a Estados Unidos estaba postergado desde hace casi dos años, cuando se denunció que las agencias de inteligencia estadounidenses espiaban sus comunicaciones personales.
Rousseff reaccionó con vehemencia, canceló una visita de Estado que tenía previsto hacer a Washington a mediados de 2013 y enfrió la la relación con Estados Unidos, hasta que pasó la página de ese episodio en abril pasado, cuando se encontró con Obama en el marco de la Cumbre de las Américas celebrada en Panamá.
Hace dos años, la economía brasileña y el enorme mercado interno del país todavía eran la meca de muchos inversores internacionales, que veían en el país un enorme potencial de negocios.
La situación hoy es completamente diferente y, tras años de bajo crecimiento, la economía brasileña está al borde de una recesión y todas las proyecciones indican que se contraerá este año al menos 1,2%.
En ese escenario, fuentes oficiales brasileñas no ocultan que uno de los objetivos de la visita a EEUU es explicar las medidas que el Gobierno ha adoptado para intentar enderezar el rumbo económico y recuperar la confianza de los inversores.
Por eso mismo, no es casual que Rousseff haya decidido comenzar su visita en Nueva York, donde durante el domingo y el lunes tendrá reuniones con empresarios y agentes financieros y recibirá a Henry Kissinger, un veterano político con gran influencia en los círculos de negocios.
El subsecretario de Política de la Cancillería brasileña, Carlos Paranhos, explicó que en esas reuniones Rousseff expondrá el severo ajuste fiscal que ha adoptado su Gobierno y también un vasto plan de infraestructuras, con el cual busca inversiones calculadas en unos 64 mil millones de dólares para los próximos cuatro años.
Fuentes oficiales dijeron a EFE que el mensaje de Rousseff a los hombres de negocios incluirá el “compromiso” de que los escándalos de corrupción en la estatal Petrobras, que salpican a muchas de las mayores empresas privadas del país, no supondrán riesgos para la seguridad jurídica de los inversores.
Sin embargo, el caso Petrobras estará entre las preocupaciones de la presidenta, sobre todo después de que la revista Veja publicó que un empresario detenido por ese asunto denunció que donó dinero proveniente de la corrupción para la campaña que el año pasado llevó a la reelección de Rousseff.
Tras su escala en Nueva York, Rousseff tendrá la noche del lunes un primer encuentro con Obama, que la recibirá con una cena de gala en la Casa Blanca, que será escenario de una reunión de trabajo que ambos mandatarios tendrán el martes.
En el encuentro con Obama serán tratados asuntos de cooperación en las áreas de energía, defensa, comercio, economía, educación, ciencia y tecnología, infraestructuras y medio ambiente, que será objeto de una declaración conjunta de cara a la Cumbre sobre Cambio Climático que se celebrará en París en diciembre próximo.
También harán un repaso de la agenda global y regional, con especial interés en la reforma de las Naciones Unidas y asuntos latinoamericanos, entre los que figurará la tensa situación política en Venezuela.
En Washington, tras su cita con Obama, Rousseff tendrá otro encuentro con empresarios y luego viajará hacia San Francisco, donde el miércoles visitará el “Valle de Silicio”, donde se asientan las principales compañías de tecnología del mundo.
Allí conocerá las instalaciones de Google y se reunirá con empresarios del sector tecnológico, a quienes también presentará las oportunidades que Brasil ofrece para la inversión en esa área.
En San Francisco visitará además la Universidad de Stanford, donde será recibida por la exsecretaria de Estado Condoleezza Rice, catedrática de esa institución, y también conocerá un centro de investigación de la agencia espacial estadounidense NASA.efe