La vuelta al trabajo tras las vacaciones hace que muchas personas sufran cierto malestar físico y emocional que muchos llaman síndrome o depresión postvacacional pero que, según la psicóloga clínica Diana Hernando, del Servicio de Psiquiatría y Psicología Clínica de HM Hospitales, no es más que un proceso transitorio “que no suele durar más de dos semanas”.
Esta experta critica que en la sociedad actual hay “una tendencia a la patologización y medicalización de situaciones normales de la vida” que conlleva una “merma de la capacidad de tolerancia del malestar y una reducción del aprendizaje de estrategias para afrontar situaciones difíciles”.
Pero, en realidad, se trata de un proceso de “adaptación normal y transitorio” ante el regreso al trabajo ya que, generalmente, supone retomar obligaciones, responsabilidades y horarios de la vida cotidiana que habían sido suspendidas.
La adaptación al trabajo y a la rutina habitual suponen un esfuerzo que puede generar malestar físico (cansancio, somnolencia, falta de apetito, problemas de sueño, dolores estomacales o musculares) y emocional (tristeza, apatía, irritabilidad, nerviosismo, falta de concentración y dificultades para disfrutar de actividades que frecuentemente son placenteras).
Pero pese a ello, nadie suele acudir a las consultas pensando que tiene el llamado síndrome postvacacional, ya que no interfiere de forma significativa en la vida normal de la persona, ya sea en el ámbito laboral, familiar y social.
“Si la persona experimenta un malestar intenso y persistente, ya no se trata de una respuesta de adaptación normal y habría que revisar qué está sucediendo en su vida habitual para que le sea tan difícil el regreso”, ha alertado esta experta.
Síntomas reales de la depresión
En este sentido, la psicóloga aclara que la depresión clínica consiste en un estado de ánimo depresivo persistente y/o una pérdida de interés o de la capacidad para el placer junto con otros síntomas como pérdida o aumento de peso o apetito, insomnio o hipersomnia, fatiga o pérdida de energía.
Asimismo, también es frecuente tener sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados, una disminución de la capacidad para concentrarse o indecisión, o pensamientos recurrentes de muerte.
No obstante, los síntomas tienen que estar presentes al menos durante dos semanas y deben provocar malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o en otras áreas.
Consejos para que no sea tan duro volver a trabajar
Para que la vuelta de las vacaciones no genere estos problemas, Hernando recomienda regresar unos días antes; incorporar de forma progresiva rutinas habituales de sueño y alimentación; ordenar la agenda, plantearse objetivos realistas y establecer prioridades; mantener aficiones durante todo el año, y entender que el malestar es algo transitorio.
Del mismo modo, esta experta ha apuntado que, aunque se pueden dar unas pautas generales para aumentar el bienestar, como estar conectados con los demás, cuidar la alimentación, dormir las horas necesarias, hacer deporte o pensar en positivo, hay que ser conscientes de la propia experiencia interna.
“A menudo actuamos en modo ‘piloto automático’ y no nos paramos a pensar qué actividades y relaciones nos nutren y cuáles no, aportando siempre la misma respuesta inútil ante el mismo problema. Si incrementamos la conciencia, tendremos mayor libertad y posibilidad de elección dentro de un amplio repertorio de respuestas”, concluye la psicóloga.
Fuente: EFE