Luego de realizar una serie de experimentos con 160 participantes, Andrew Gallup, investigador de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, comprobó que las personas son más propensas a bostezar en invierno, en comparación con el verano.
"Las altas temperaturas externas no proporcionan ningún alivio para el cerebro recalentado, mientras que cuando hace más frío un bostezo sirve para que entre aire fresco y descienda la temperatura de nuestra cabeza", señaló Gallup en la revista Frontiers in Evolutionary Neuroscience.
Al bostezar, el estiramiento de la mandíbula aumenta el flujo de sangre al cerebro, y la inhalación de aire más frío que el organismo permite el intercambio de calor con el entorno. “Es una ventana térmica”, añade el investigador, que advierte que bostezar cuando hace mucho calor en el exterior podría ser contraproducente.
RPP