Noruega recuerda a las 77 víctimas mortales del doble atentado perpetrado hace un año por el ultraderechista Anders Behring Breivik, que conmocionó el país y amenazó su modelo de sociedad abierta.
Los actos principales estarán centrados en los escenarios del atentado: en el complejo gubernamental de Oslo, donde Breivik hizo estallar una furgoneta bomba que mató a ocho personas.
Y también en la isla de Utøya, al oeste de la capital noruega, donde el ultraderechista cometió una matanza en el campamento de las Juventudes Laboristas, en la que murieron otras 69.
En ambos habrá una ceremonia privada para familiares de las víctimas y supervivientes, con ofrenda floral incluida y discurso del primer ministro, el socialdemócrata Jens Stoltenberg.
Las Juventudes Laboristas (AUF, por sus siglas en noruego) organizarán el que es posiblemente el acto central del día en Utøya, donde un millar de miembros de todas las federaciones regionales y varias autoridades homenajearán a las víctimas de la matanza.
Su líder, Eskil Pedersen, defiende el derecho a "recuperar" la isla y no ceder ante Breivik, una idea ampliamente apoyada en el seno de las AUF, a pesar de las críticas de algún superviviente, que considera volver a Utøya un ultraje a los muertos.
La dirección de las AUF sólo ha decidido de momento derribar la cafetería de la isla, donde Breivik asesinó a 13 jóvenes, y erigir en un par de años un monumento, pero Pedersen ha insinuado que en 2013 podría volver a organizarse allí el campamento de verano, que este año se trasladará al norte del país.
El lema "Recuperar Utøya", lanzado por Pedersen el día siguiente a los atentados, encaja bien con la idea de Stoltenberg y la clase política de reaccionar con "más democracia y más apertura".